Opinion

Asegurar las pensiones

El Congreso de los Diputados aprobó ayer las nuevas Medidas en Materia de Seguridad Social que ofrecen una respuesta consensuada a los desafíos que plantea el sostenimiento del actual sistema de pensiones y su adecuación a nuevas realidades sociales como la institucionalización de las parejas de hecho. El amplio acuerdo concitado por la reforma, y de manera especial la asunción de la misma por el PSOE y el PP, ha permitido asegurar no sólo su refrendo parlamentario, sino reforzar las potencialidades del proyecto para convertirse en una herramienta eficaz que facilite la reorientación del régimen de prestaciones con independencia de quien gobierne. A la espera de cómo pueda materializarse en las relaciones entre empleadores y empleados, la iniciativa legislativa constituye el primer paso, imprescindible aunque aún insuficiente, para racionalizar las pensiones y tratar de garantizar su mantenimiento. Para ello, la nueva normativa prima el retraso en la edad de jubilación, que puede suponer un aumento total de hasta el 15% en el subsidio para quienes se retiren a los 70 años.

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Es más que probable que los incentivos sólo atraigan a un segmento limitado y dispar de trabajadores, que serían aquellos que desempeñan tareas vocacionales o creativas, que cuentan con atribuciones directivas, o bien que están llamados a percibir una prestación mínima y desean elevarla. Su resultado se verá inevitablemente condicionado, además, por la existencia de toda una generación de españoles que comenzó a trabajar a edad muy temprana, en ocasiones en condiciones sumamente adversas, y que aguarda con comprensible expectación la pronta recompensa a tantos años de esfuerzo personal. Pero aun cuando los cambios no sean todo lo ambiciosos que requiere el sistema para prolongar su estabilidad, sí constituyen una iniciativa necesaria para trocar la filosofía sobre las ventajas del retiro anticipado -la media se sitúa en los 63 años- que los sucesivos gobiernos han contribuido a extender, al amparar prejubilaciones masivas; un proceso que ha vaciado las plantillas de empleados todavía capacitados para proseguir con su labor. El superávit de la Seguridad Social y los logros del dilatado período de bonanza económica deben aprovecharse para promover reformas más profundas, que propicien la elección voluntaria de la edad de jubilación a través de nuevas formas de trabajo productivo flexibles y propiciadoras de una vida laboral más larga.