Caprichos nacidos de la oración
Ofrecemos un recorrido por la larga tradición repostera de uno de los conventos con más sabor de todo Jerez, situado en la calle Barja
Actualizado: GuardarCuando acaba la oración de la mañana, la despensa comienza a oler a azúcar y a canela. Las catorces Clarisas del convento de San José se colocan el delantal y comienzan las tareas pasteleras que durante siglos les ha dado fama. Una señora que acaba de salir del patio donde está ubicado el torno comenta que «las magdalenas de chocolate son espectaculares». Parece que lleva provisiones para una semana de meriendas, a tenor de la bolsa que lleva. El saludo coloquial con la anónima monja que está tras el torno la delata como una clienta asidua. Primero sale al exterior el material comprado y después, la señora deposita el dinero.
Desde la zona de clausura, se filtra al recibidor una voz tan dulce como los mantecados que se elaboran. La anónima hermana, encargada de estar pendiente del despacho, comenta que «este año la venta está un poco más parada con respecto a otros». Sonríe tras el torno, dándole como poca importancia a esta labor que sirve para que la comunidad sobreviva.
El producto estrella de estas fechas son los pestiños. «Las personas que vienen aquí a comprarlos dicen que tienen algo especial», subraya. Y como no responde a la duda de si es el resultado de una receta secreta, todos los que acuden a por tan preciada delicatessen piensan que es el cariño que le ponen a las tareas pasteleras las monjas de clausura.
Pero no sólo son pestiños. La hermana también nos presenta algunas propuestas como «matecados de almendras, mazapanes, alfajores, hojaldrinas o polvorones de chocolate, limón o vainilla». Una delicia para el paladar más exquisito.
Tarea organizada
En cuanto a la cadena de producción, la responsable del torno aclara que «por las mañanas, después de los rezos, algunas hermanas se encargan de la elaboración de los dulces. Por la tarde, cuando hemos acabado nuestras oraciones y antes de las vísperas, nos dedicamos a envolver todo lo que se hace por la mañana». Así trascurre un día en el convento de San José, donde el espíritu seráfico es una norma. El amor al Santo de Asís y la entrega al trabajo repostero más artesanal de cuantos se hacen en Jerez.