¿Era amor?
Cercano el 25 de noviembre, desde hace ya bastantes años, siento la necesidad de reflexionar sobre la violencia que muchos hombres ejercen hacia las mujeres que un día dijeron amar. Cómo ese amor se transforma en agresividad y esa agresividad en violencia es algo que siempre me he preguntado, claro que si tuviera las respuestas adecuadas no estaría aquí y ahora, sino en algún despacho de sesuda consejera.
Actualizado:Quizás es que el planteamiento de inicio es equivocado y lo que esos hombres, y sobre todo esas mujeres creyeron que era amor no era más que un fraude, una trampa en la que solemos caer con demasiada frecuencia porque suponemos que cuando alguien dice que te quiere siempre ha de procurar tu bien y en ocasiones nada más lejos de la realidad.
Dice el filósofo José Antonio Marina que la pregunta esencial para eludir esta trampa no es ¿me quieres?; sino ¿para qué me quieres? A pesar de que solemos coincidir en que el amor es un sentimiento realmente el amor es un comportamiento, es decir los actos en los que ese sentimiento se traducen; algo así como que el movimiento se demuestra andando y de nada sirven las declaraciones de amor, si no van acompañadas de actos que demuestren verdaderamente la bondad de ese sentimiento. ¿Para qué me quieres?, para satisfacer cual de tus necesidades? Para alimentarte, darte seguridad, quizás porque con ello aumenta tu prestigio, o por la necesidad que tenemos de sentirnos amados y deseados por alguien? Otro error supone pensar que el amor es desprendido, que cuando amamos lo hacemos incondicionalmente, o queremos ser amados sin condiciones. Todo gesto de amor espera una respuesta, una respuesta que confirme ese sentimiento, o lo desmienta.
El amor no es depender, no es esperar permanentemente la aprobación del otro a todo cuanto hago, no es enamorarse perdidamente. El amor tiene que ver con el deseo de felicidad de la otra persona, con la libertad y con la salud. El amor nunca tiene que ver con el miedo. Él le dijo que la quería para siempre, lo hizo en televisión, le dijo que no podía vivir sin ella; realmente le estaba diciendo «no puedes vivir si no es para mi».