La productiva edad dorada
Los jubilados gaditanos realizan actividades dispares como llevar a los nietos al colegio, hacer los 'mandaos', asistir a clases de inglés, jugar al dominó y caminar
Actualizado: GuardarCon la misma destreza con la que contaba los billetes en el Banco Hispanoamericano, José Llovet coloca, con sus ajadas manos, las fichas de dominó sobre la mesa. «Es un hábito que tengo y que me ayuda a mantener la mente despierta», advierte a sus 85 años de edad. Al igual que muchos jubilados gaditanos, Llovet acude diariamente al Centro de Día de Mayores Barriada La Paz para «charlar con los amigos y pasar el rato». Luego, por la tarde, en el seno de su hogar, lejos de las cotidianas discusiones por los juegos de cartas y dominó del centro, este jubilado «leo el periódico y veo la televisión».
A pocos metros, Manuel Peñalver se esmera por hacer carambolas sobre el verde tapete de billar. «Es una afición que tenía de joven, pero que no podía practicar debido a el trabajo y que ahora que tengo tiempo he retomado. También pinto al óleo y leo la prensa», dice. Y es que la agenda de Peñalver no tiene nada que desmerecer a la de un hombre de negocios. «A las nueve de la mañana llevo a mi nieta al colegio y hago los mandaos. Luego, vengo al centro para tener un rato de convivencia con los compañeros. Por la tarde camino durante dos horas por la playa porque si no lo hago me sube el colesterol. Además, asisto al Centro de Vistahermosa porque pertenezco a la directiva. Muchas veces no tengo tiempo ni para leer el periódico», comenta con una sonrisa al tiempo que agrega: «Estar en actividad es lo que aconsejo a todos los jubilados para que no se aburran».
Juan Bernal Guerrero tampoco sabe lo que es aburrirse desde que a su mujer hace dos años le dio un infarto. «Voy a los madaos con el carrito de compra, friego y no me pongo anillos para que no se me caigan», dice bromeando.
Otros como Emilio Rosales, de 72 años de edad, compatibilizan el billar con la cultura. «Dedico entre cinco y seis horas diarias al inglés. Asisto a clases aquí y en el centro cultural El Bidón. Soy el mejor de la clase», dice orgulloso con una pícara sonrisa.
A sus 70 años de edad, Felipe Cañas ha descubierto un nuevo mundo en el internet. «Ya he hecho tres cursos de informática, uno de iniciación, otro de internet y el de ahora es de fotografía digital», dice mientras saborea un tinto de verano. El resto del tiempo Felipe lo dedica a la familia. «Me levanto a las siete de la mañana para llevar a mi nieto al colegio Salesiano y luego lo recojo. Luego, por las tardes, lo llevo a sus entrenamientos de fútbol en Elcano. Me sirve de distracción y colaboro con la familia que es lo importante», señala.
El placer de viajar
La jubilación se convierte para otros, como María García y Francisco Martínez, un matrimonio que lleva casado 43 años, en una segunda luna de miel. «Nuestros hijos ya son mayores y trabajan fuera de Cádiz, de manera que estamos la mayor parte del tiempo viajando a Barcelona o Finlandia que es donde residen», cuenta él al tiempo que ella agrega con cierta ilusión: «Ahora estamos planificando un viaje a Palma de Mallorca y el verano pasado nos fuimos a Portugal. Lo pasamos genial». María también ocupa el tiempo «asistiendo a clases de pintura».
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