Cartas

Aclaración

Me permito escribir en este espacio para situarme en el lugar y en el género en los que pretendo responder a las cartas que, en esta ocasión -de una manera excesivamente rápida- me ha dirigido un número -también desorbitado- de lectores de este periódico. De manera especial, me dirijo a Juana, a Andrés, a Luisa, a Jacinto, a Luis, a Carmita y a Pablo quienes me piden -algunos me exigen- que responda a las palabras que -según ellos interpretan- ha escrito José Landi en la edición del domingo pasado «contra mi artículo sobre el silencio».

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En primer lugar, considero que este artículo no contradice el contenido del que, bajo el título de Callarse apareció el sábado anterior. En todo caso lo completa. Permítanme -queridos lectores- que les recuerde que he escrito, en primer lugar, sobre El arte de hablar, después, sobre El arte de escribir, y, finalmente, sobre El arte de callar. Si reflexiono sobre el silencio es porque estoy convencido de este «lenguaje», más que un «vacío», una «ausencia» o una «cobardía», es la condición imprescindible para escuchar las palabras de los demás e, incluso, es el espacio donde mejor reconocemos nuestras ideas, nuestras sensaciones y nuestros sentimientos. El silencio es el almacén en el que, de manera más o menos ordenada, cultivamos las palabras para, ya maduras, ofrecerlas a los oyentes y a los lectores. Les confieso, además, que me deleitan el puro y silencioso arte de Charlie Chaplin en sus antiguas películas mudas y los mimos de Marcel Marceau, ese artista que, como muchos de ustedes recordarán, afirmó que, para aprender a expresarnos, «tenemos que entender qué es el silencio, cuál es el peso del silencio, cuál es el poder del silencio». Pero es que, además, estoy de acuerdo con los contenidos -oportunos- y con la expresiones -acertadas- del texto elaborado por José Landi. Confieso que leo todos sus artículos con provecho y con fruición. Créanme si les digo que a mi me gustaría escribir con la agilidad, con la frescura y con la agudeza con las que él lo hace. Él sí es periodista -yo todavía no- y, además, él es todavía joven -yo ya no-. José Antonio Hernández Guerrero Cádiz