Más horas de luz para Timor Oriental
La compleja situación de uno de los países más inestables del este asiático no impidió que una jerezana decidiera dejarlo todo para ayudar en este rincón del mundo
Actualizado: GuardarCuentan aquellos que conocen Timor Oriental que este rincón del mundo es un tanto especial. Castigado desde hace años por los enfrentamientos entre la milicia y el Estado, desde el año 2002 su joven democracia pretende hacer florecer a un país que posee paisajes de ensueños. Su compleja historia y sus costumbres hacen que su gente sea «especialmente generosa con los extranjeros que decidimos ir hasta allí a ayudarles en lo que les haga falta».
Ana Laura Gutiérrez es una de esas personas que decidió hacer un paréntesis en su ajetreada vida para ir de cooperante -gracias a la asociación Proacis- a Timor Oriental. Una decisión que «tuve que meditar bastante. Fue muy complicado decidirme ya que la inestabilidad del país no ayudaba mucho. Además, para mi familia fue un drama aunque pronto se involucraron en este proyecto», explicó esta joven licenciada de Publicidad y Relaciones Públicas.
De hecho, su padre visiblemente orgulloso de la labor de Ana Laura «ayudó a mandar material escolar para los niños a la comunidad donde vivíamos. Allí me dediqué a dar clases de inglés para alumnos de primaria y secundaria, a enseñarles algo de informática y a colaborar en el proyecto para dotar de agua a la comunidad, una iniciativa que ha conseguido que unas 500 familias puedan abastecerse», continúa contando esta jerezana de 27 años.
Este proyecto ha sido uno de las ideas más importantes que Proacis ha llevado a cabo en esta zona de Timor Oriental. «Ha sido muy bonito ver cómo toda la comunidad se ha volcado en esta iniciativa. En ella han trabajado desde niños hasta adultos y hay que reconocer que el Gobierno central nos ha ayudado bastante. Las relaciones han sido muy fluidas y es que desde ellos no pueden abastecer de agua a todas las zonas del país por lo que ayudan a quienes trabajan en esta línea», apostilla Ana Laura. No obstante, para esta cooperante «lo más importante es que los miembros de la comunidad se sientan que el proyecto es suyo y se hagan responsables de él ya que el día que haya alguna avería o ocurra algo ellos mismos tendrán que solventar el problema. Tienen que mantener las infraestructuras», asevera.
Seis meses son los que Ana Laura ha estado en Timor Oriental, un periodo de tiempo «que me ha sabido a poco. Todo lo que he descubierto allí no tiene precio. Aprendes a ver otro tipo de riqueza ya que la vida a pesar de ser muy simple en esa zona es demasiado intensa. Antes de ir a Timor pensaba que iba a tener horas muertas, instantes en los que no sabría que hacer, pero a penas me ha dado tiempo de nada».
Además, muchos son los proyectos pendientes que esta jerezana ha dejado en la comunidad en la que vivía ya que «el Gobierno central va ayudar para financiar la segunda y tercera fase del proyecto del agua o está previsto comenzar las obras para arreglar la carretera ya que su estado es muy malo. De hecho, nosotros estábamos a 30 kilómetros escasos de la capital del país y tardábamos en llegar hasta ella una hora y media», indica Ana Laura.
Un aeropuerto que parece más bien una estación de autobuses, la presencia de militares en cada rincón del país, los campos de refugiados, la desnutrición de los niños o la facilidad con la que la gente consigue salir hacia delante a pesar de la tragedia son algunas de las cosas que «me llamaron la atención cuando llegué».
Tras medio año allí, además de superar con nota la barrera idiomática -allí se habla una lengua nativa que se llama Tetún-, «ves que hay mucho trabajo por hacer», de ahí que los ojos de esta cooperante hablen solos cuando se le pregunta en su vuelta a Timor Oriental.
«Vivía en Escocia, tenía un trabajo que me gustaba... pero algo me decía que tenía que ir», sentencia. En esta pequeña comunidad de Timor sólo tienen tres horas de luz eléctrica al día -de 7 a 11- producido por un generador, aunque voluntarios como Ana Laura también producen energía que ayuda a alumbrar el destino de muchas personas.