
La vida como reflejo del teatro
El público del Villamarta ya conoce 'El gran secreto' de Els Comediants: ¿Nuestra forma de amar está determinada por la escena?
Actualizado: GuardarQué pasaría si el teatro hubiera condicionado nuestra forma de amar en vez de al contrario? ¿Es la vida un reflejo del teatro? Es la premisa de la que parte El gran secreto, de los siempre originales Els Comediants, que se pudo ver ayer en el Teatro Villamarta. Alrededor de esta tesis de un autor teatral novel, el grupo teje el paralelismo entre la historia del teatro y del amor a través de los géneros dramáticos más característicos de cada época. Desde la tragedia griega hasta nuestros días pasando por la archiconocida Romeo y Julieta, los actores hacen un brillante repaso a escenas que casi todos tenemos en la retina.
Tal y como recuerdan en El gran secreto hay personas que viven el amor de forma melodramática, trágica o absurda, como si se tratase de una obra de teatro. Comediants propuso ayer una función diferente, con varios niveles y una escenografía compleja pero a la vez natural y perfectamente asimilable. Los actores son, en principio, dos acomodadores, una regidora, un ayudante y el espectador que resulta ser un autor teatral que surge de entre las butacas para echar una mano a los apurados trabajadores que se ven obligados a comunicar al público la suspensión de la obra. Como la función prevista no se puede representar, el joven autor se brinda a poner en escena su primera obra.
Ahí comienza a desvelarse poco a poco El gran secreto, que surge de detrás de un muro de ladrillo y que acaba por sacar de los trabajadores sus emociones más escondidas: el amor oculto que se prodigan los acomodadores frente a su aparente indiferencia o la debilidad de la estricta regidora por un simple muñeco de atrezzo.
Txe Arana, María Casellas, Mia Castellví, Roger Julià e Isaac Alcayde dan vida a estos personajes que se desnudan física y psicológicamente en el escenario. Hay momentos para la risa incontrolable, para la reflexión y para la emoción en este guión de Albert Espinosa y Joan Font. Los personajes hacen el ridículo, se avergüenzan de lo que sienten, se envalentonan, pierden y ganan en el teatro como en el amor.
Aparte de la incursión de los actores en el patio de butacas, el escenario tiene dos espacios distintos. Por un lado, donde los recién estrenados actores interpretan las piezas propuestas por el autor novel y por otro, la recreación de los camerinos (funcionan como tal porque el cambio de ropa de los actores forma parte de la escena) desde donde van y vienen de su propia realidad a la realidad de la interpretación.
Ayer domingo, la compañía catalana puso en escena también en el Teatro Villamarta El pequeño secreto, una versión de la misma obra adaptada que le da la oportunidad a los niños de adentrarse en el mundo mágico de Els Comediants.
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