CON BOMBÍN. Una serigrafía captada por Christian Waller antes de los ensayos de 'La vida breve'.
Cultura

Un gaditano en París

El Archivo Manuel de Falla de Granada trae al Museo una colección de fotografías, carteles, y documentos relativos a la estancia del compositor en la capital francesa

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Para cuanto se refiere a mi oficio, mi patria es París. De no ser por París yo hubiera tenido que abandonar la composición y dedicarme a dar lecciones para poder vivir». Gracias a que Manuel de Falla decidió estar lejos de su país, dejó para la posteridad una obra musical de un valor incalculable. Más de un siglo después, el Festival de Música Española de Cádiz que lleva su nombre, lo devuelve al lugar que le vio nacer, la Plaza de Mina, a través de una exposición ubicada en el Museo Provincial -hoy permanecerá cerrada al público-, que ha sido posible gracias a la colaboración del Archivo Manuel de Falla de Granada. Alrededor de 30 piezas exhibidas en la Sala de Contemporáneo hacen que el visitante se haga una idea de las vivencias del músico gaditano durante los siete años que pasó en la capital francesa. Al fondo de la estancia, se pueden observar la serie de fotografías que artistas y personalidades cercanas al pintor le regalaron como muestra de gratitud hacia su obra y su persona: retratos de Wanda Landowska, Igor Stravinsky, Joaquín Nin, Maurice Ravel, Paul Dukas, Claude Debussy, Isaac Albéniz o una delicada y angelical Lillian Grenville.

Además de estas instantáneas, uno de los tesoros más curiosos se esconde en una vitrina que muestra un billete de ida y vuelta a París, -que al compositor le costó 229,50 pesetas en mayo de 1920-, sendos carnets de la Bibliothéque Nationale y de socio de la Societé Musicale Indépendante o una hoja manuscrita en la que Falla demuestra su constancia en el aprendizaje de la lengua francesa, con ejercicios de construcción gramatical. También se conserva aquí la ficha de cliente del Hotel Bourgogne et Montana (habitación 120), donde se hospedó el día de su actuación en la Grande Salle Pleyel y el folleto y los carteles del concierto, en el que interpretó, entre otras, las Sep Chansons populaires espagnoles.

Al entrar en la sala, sorprende la gran serigrafía del músico -que porta el típico bombín y atuendo de caballero europeo de finales del siglo XIX-, captada por Christian Waller antes de los ensayos de La vida breve a las puertas de la Ópera Cómica de París en 1913.

En este mismo espacio se suceden las fotografías de Falla con los periodistas Ángel Guerra y Antonio García Linares, los carteles, programas de mano con vistosas litografías y reliquias como la dedicatoria de Picasso impresa en la portada de Le tricorne, editada en 1920 tras el estreno de El sombrero de tres picos, o una postal enviada a su hermano Germán con las señas C/Legasa 119, Madrid. También el diploma acreditativo del nombramiento de Falla como Caballero de la Orden Nacional de la Legión de Honor, firmado por el presidente de la República Francesa en 1928. Un apunte más de la serenidad de su rostro, el espíritu de la época y el ambiente de la ciudad, queda impreso en la pose del compositor dentro de un café parisino, justo antes de el estreno de la emblemática obra El retablo de Maese Pedro.