Beatriz, aferrada a la foto de su hijo, posa con sus dos hijas y una amiga de la familia. / ANTONIO VÁZQUEZ
Ciudadanos

La autopsia al joven muerto en Chipiona revela que recibió más de dos puñaladas

La familia de Manuel Romero recaba testimonios de personas que vieron cómo la víctima fue atacada por un grupo de personas que no han sido detenidas

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La familia de Manuel Romero Peralta ha guardado hasta ahora un prudente silencio, a la espera de que la jueza que instruye el caso por la muerte de este joven sanluqueño levantara el secreto de sumario. Esa decisión fue adoptada el pasado martes y a partir de entonces, los familiares de Manu han podido acceder al contenido de unas diligencias abiertas el pasado 5 de agosto, fecha en la que fue apuñalada la víctima en un pinar de Chipiona.

El sumario ha deparado sorpresas desagradables para la madre y las hermanas del fallecido, aunque también les han aportado indicios que vendrían a corroborar sus hipótesis que consisten en que Manu no fue agredido únicamente por Juan Manuel C. D., alias El Patas, quien está en prisión preventiva, sino que este joven vecino de Dos Hermanas se ayudó de amigos para acabar con la vida del finado.

Un detalle importante que se desconocía es que Manu recibió un total de cinco puñaladas y no dos como se ha venido afirmando hasta ahora. Cuatro de ellas se localizan en la región inferior del abdomen y la quinta, que fue la causante de la muerte, atravesó un pulmón y alcanzó el corazón. Esta agresividad confirmaría, a juicio de los familiares, «un ensañamiento que nada tiene que ver con una puñalada aislada», explica entre sollozos Chiqui Romero, la hermana mayor de la víctima.

El duro trance que ha supuesto la lectura del informe forense también les ha permitido conocer la «brutal» fuerza con la que se dio la que sería la puñalada definitiva. Con una trayectoria ascendente, «llegó a cortar una costilla, perforó un pulmón y llegó al corazón». Pero lo que más les inquieta es que las cuatro heridas del abdomen no tienen las mismas características que la lesión del pecho. Esto les hace pensar que se pudieron utilizar dos armas distintas, lo que les lleva de nuevo a la misma versión que manejan desde el principio: Manu no tuvo un enfrentamiento con El Patas sino que fue rodeado.

Y en esa misma línea sitúan la falta de marcas de defensa que tenía el cadáver en sus extremidades superiores. Ese tipo de lesiones, como arañazos o contusiones, son los rastros que quedan cuando una persona pretende defenderse de su agresor. Por eso, los familiares de la víctima creen que fue agarrado por los brazos para que no pudiera repeler los ataques de El Patas, supuesto autor material.

Las hermanas y la madre del fallecido quieren que la Guardia Civil no deje aparcadas las investigaciones al tener ya a una persona detenida, sino que prosigan con las gestiones para localizar, interrogar y detener a aquellos que pudieron ayudar al presunto agresor, «los cuales siguen en la calle, riéndose de lo ocurrido», se lamenta Beatriz Peralta, progenitora de la víctima.

Un tal Iván y Cristóbal

Esta familia está llevando a cabo todo un trabajo de investigación para esclarecer qué pudo ocurrir en el Pinar de la Villa. Tienen miedo que el peso de la justicia recaiga en una única persona y que salgan impunes «otros culpables». Tanto Chiqui como Beatriz no tienen duda acerca de la complicidad de algunos amigos de El Patas, que al igual que el detenido acudieron la noche antes del homicidio a Chipiona para acudir a na fiesta pastillera que prolongaron hasta la mañana siguiente en el pinar.

Estas afirmaciones se basan en testigos que se han puesto en contacto con la familia de Manu para explicarle que vieron cómo fue atacado por más de una persona. Incluso les han proporcionado dos nombres: Iván y Cristóbal, y algunos detalles que ayudarían a identificarlos como tatuajes, «y que aún no han sido ni interrogados». Para Chiqui hay demasiadas claves que aún no han sido explotadas como el hecho de que varios conocidos de Manu, que estaban esa mañana en el pinar, le oyeran culpar a varias personas cuando se tambaleaba en busca de ayuda tras recibir las puñaladas.

Beatriz Peralta tampoco alcanza a entender por qué la amiga que ayudó a El Patas a escapar en un Opel Astra de color rojo y lo trasladó hasta su casa de Dos Hermanas, no ha sido procesada y sólo ha sido interrogada en calidad de testigo. Esta jovencita, al igual que el propio detenido, se escudaron en un consumo desmedido de drogas potentes como el cristal para alegar que no se acordaban de nada. Pero hay testigos, según la familia de Manu, que vieron a amigos de El Patas rebuscar por la zona de El Pinar donde supuestamente tiró el arma del crimen, ayudado por la misma chica que lo introdujo en el turismo en el que se dio a la fuga.

Beatriz es incapaz de aguantar su llanto cuando recuerda esa última llamada de teléfono que recibió de su hijo poco antes de ser apuñalado. Dice que la fuerza que le empuja a seguir hacia delante, la saca «para que este tipo de crímenes no vuelvan a ocurrir y ninguna madre tenga que pasar por esta tragedia».

stubio@lavozdigital.es