Doña Blanca y los eclipses de luna
Las más exquisitas narices de la provincia habrán tenido problemas de abastecimiento este fin de semana. O quizá el gramo de doñablanca haya experimentado una subida mayor que el pan en el repunte del IPC: la Operación Luna, que acaban de cerrar funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía adscritos al Grupo Udyco 1 de la Comisaría Provincial de Cádiz, ha supuesto la incautación de 23,2 kilos de cocaína de una pureza de «un 80 o el 90 por ciento» que, una vez cortada, «podría duplicarse», con lo que serían 46.400 dosis de cocaína que podrían alcanzar en el mercado negro una valor aproximado de 1.392.000 euros. Y parte de esa droga, por cierto, ya circulaba en el mercado. Diecisiete personas -entre quienes figuran ciudadanos españoles y dominicanos- fueron detenidos a lo largo de una ruta de distribución a pequeña escala que llevaba desde Chiclana, a Puerto Real, Jerez de la Frontera, San Fernando, Cádiz y El Puerto de Santa María. En un chalet de esta última localidad, dos notas de 21 y 22 años de edad manipulaban la droga que adquirían en Madrid a un tipo al que detuvieron en la escalerilla de un avión que le llevaba a Santo Domingo.
Actualizado: GuardarPero que no suenen las campanas. Ahora, habrá que ver la suerte judicial que corre esta banda -si se demuestra que lo es- y si los cuerpos y fuerzas de Seguridad han hecho su trabajo sin saltarse garantías que pueda suponer luego la absolución de los detenidos. Hay que recordar que, según ha puesto de manifiesto en algunas ocasiones la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía la provincia de Cádiz «es en la que se incauta más droga y menos se condena». En más de un caso, sonados narcotraficantes a quienes se sorprende «con droga, pistolas y coche de lujo son luego absueltos por la nulidad de las intervenciones telefónicas».
Las coordinadoras contra la Droga de la provincia esperan que no asistamos, en este asunto, a un nuevo eclipse de luna, porque el repunte en el comercio provincial se ha disparado, si es que este guarda una proporción directa con la mercancía que se decomise. La cocaína capturada en Cádiz por las Fuerzas de Seguridad ha pasado de 180,3 kilos en 2005 a los 7.573 kilos en 2006, según reza la última memoria de la Fiscalía Antidroga de Cádiz, que se hizo pública hace unos meses. Y todo ello a pesar de aprehensiones masivas como la que se llevó a cabo en el pesquero británico Pietertje, remolcado hasta los muelles gaditanos con 3.500 kilos de farlopa. Lo que resulta curioso es que en 2006, sólo fueron intervenidos 62.648 kilos de hachís en la provincia gaditana, cuando el año anterior fueron 98.523 kilos, una cifra sumamente inferior a las 120 toneladas del año 2000.
La conexión con Madrid de los camellos de la coca locales no es anecdótica, pero ese mismo documento sostiene que la cocaína procedente de América está usando para entrar en Europa las rutas del hachís entre Marruecos y la provincia gaditana por los traficantes de hachís. Lo que ocurre que esta ruta ya no sólo pasa por el Estrecho sino que, como se demostró hace justamente un año, la entrada en funcionamiento del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) en el sur de Andalucía no sólo ha desviado hacia Canarias la ruta de los espaldas mojadas, sino también la de la droga, rumbo a Lanzarote o Tenerife. En octubre de 2006, el Grupo Greco- Cádiz y la Udyco de La Línea y de Canarias aprehendieron 1.500 kilos de cannabis y procedieron a una serie de detenciones en las que no sólo figuraban españoles -residentes en el Campo de Gibraltar para ser más exactos- sino suramericanos y europeos del Este que se desplazaban hasta el archipiélago y en lanchas rápidas viajaban a Marruecos para adquirir y transportar la mercancía.
Según la fiscalía, Cádiz no sólo seguiría siendo un punto de desembarco, sino de ocultación de la droga para su distribución a escala estatal. En el caso de la cocacaína, cada vez abunda más la llamada televenta: esto es, el cliente llama al camello, le pide la cantidad que va a comprar y si el vendedor es detenido, la cantidad que lleva encima no es suficiente para empapelarle.
Hace apenas una semana, el Defensor del Pueblo de Andalucía, José Chamizo, y la presidenta de la Asociación de Profesionales en Drogodependencia y Adicciones (Aproda), Encarnación Aguilar, advertían que España «sigue a la cabeza en consumición de cocaína, con el consentimiento que la sociedad tiene hacia esta sustancia», pero ambos temen un «repunte» de la heroína, como delata el incremento de su cultivo en Afganistán. Resultará extraño que el caballo vuelva a cabalgar por Cádiz, donde su consumo hoy apenas roza el 0,7 por ciento, tras la carnicería que supuso en los años 70 y 80 y tras los controvertidos planes de metadona o de suministro terapéutico de opiáceos a yonquis. ¿Cómo hacer atractiva esta sustancia cuando casi todo el mundo sabe que ha conducido a cientos de gaditanos al cementerio? Con mercadotecnia: en Estados Unidos, ya se sabe que las antiguas papelinas se venden actualmente con envoltorios de diseño, «en vez de papelinas cutres», en palabras de Chamizo.
Con el consumo de coca, vuelve a producirse la ocultación familiar que sucedió con la heroína, previamente a la toma de conciencia de los parientes, que sacó este problema a la calle para combatir cara a cara a las mafias. Pero, según la presidenta de Aproda, hoy por hoy, la coca ya no es sólo cosa de yuppies y de profesionales como venía ocurriendo hasta ahora, sino que abunda entre los jóvenes junto a las drogas de diseño y "su consumo se ha extendido a todos los sectores, incluidos los marginales, donde ya se toma cocaína y heroína". España sigue siendo «líder mundial en el consumo de cocaína y cuadriplicamos la tasa europea». Y lo curioso es que, a pesar de ello, la percepción del riesgo que suponen las drogodependencias es actualmente mucho más escasa que veinte años atrás. Será un eclipse de memoria.