Desventajas del silencio
Por más que nos han repetido aquello de «cuando un hombre señala La Luna, el necio mira el dedo», no aprendemos y siempre nos quedamos con lo anecdótico en vez de, por lo menos, tratar de acercanos a lo esencial. Durante toda la semana, este país y parte de otros cuantos han estado dándole vueltas al circunstancial hecho de que un jefe de Estado pidiera, u ordenara, a otro que se callara. Como mucho, hay quien ha reparado en que, también el Rey, abandonó bruscamente esa misma sesión cuando otro mandatario centroamericano comenzaba una crítica contra la actuación de las grandes empresas de origen español en algunos países del otro lado del charco salado.
Actualizado: GuardarDe repente, todo el mundo se ha puesto a analizar los gestos, la conveniencia de los exabruptos, si fue descortés el que violaba el turno de palabra o el que trató de restablecerlo con firmeza, el que sacó un incómodo asunto a debatir o el que eligió la ausencia como protesta. Pero de lo que hablaban, del objeto de la disputa, poquitas palabras.
Como mucho, se ha utilizado el viejo recurso de descalificar al que largaba, en vez de tratar de sopesar lo que decía.
En el caso de Chávez, las facilidades para el insulto y la burla son tantas, y tan constantes, que apenas tiene mérito calificar su figura. De un tipo que plantea cambiar la constitución de su país para eternizarse en el mayor sillón, poco más hay que hablar. Pero, por más desprecio o desconfianza que inspire el dueño de unas palabras, parece mucho más recomendable analizar su discurso que confinarle al silencio eterno e ignorar lo que quisiera denunciar. Visto lo visto (que no oído lo oído), cabe darle vueltas al rencor histórico hacia los españoles que los populistas americanos están dispuestos a recuperar, revitalizar y rentabilizar. Es una realidad, está ahí. Cualquiera que haya viajado sólo un poquito por América se lo ha topado. Ignorarlo no parece prudente.
También quedan dudas sobre el papel de algunas empresas en Hispanoamérica. Enfadarse no elimina la posibilidad de que estén actuando de forma censurable, al menos, algunas. Háblese. Seamos sinceros, de todos los empresarios del mundo, los españoles son los que más cerca nos caen y tampoco es que todos los que hemos conocido en esta vida sean un ejemplo. Tampoco es cuestión de poner la mano en el fuego por todos, así a ciegas, de entrada. Igual hay grupos que se están pasando. Negándose a la discusión se pierde la opción de rebatirlo en caso de que sea falso. Tampoco parece baladí eso de que España fomente o aplauda golpes de estado por el mundo. Cuando nos enteramos, por las películas, de que los americanos hacen lo mismo, los ponemos de trapos para arriba. Igual hay que discutir sobre las tempestades que Aznar (tan popular en España) va sembrando por el mundo, además de reclamar para su figura institucional un mínimo de respeto en la discusión.
En fin, que más vale escuchar lo que no se quiere oir -siquiera por prudencia, para prepararse, valorarlo o desecharlo pero con criterio- que callar a los que nos incomodan. Ya tendremos tiempo de callarnos cuando estemos muertos
Ejemplo callado
Si los ciudadanos del mundo o sus representantes se callaran a un tiempo, acabarían como los de Cádiz. Ni siquiera cuando se les pide su palabra vinculante, en las jornadas electorales, hablan. En la última cita con las urnas en la ciudad, más de la mitad de la gente no dijo ni mú, ni ná. En la muy vetusta capital gaditana, la gente apenas protesta. Fue un consuelo ver a los vecinos de la Segunda Aguada clamando contra la diaria barbarie viaria de los camiones cruzando atestadas calles de barrio. Ojalá tomaran ejemplo los de Astilleros para denunciar que los jardines del barrio más recientemente construido de Cádiz, con apenas ocho años, ya sean un estercolero. Ojalá interrumpieran los padres de la ciudad para preguntar por qué no hay ninguna zona de juegos infantiles en ninguna plaza del casco antiguo, ni siquiera en la desértica de San Antonio (aunque fueran de quita y pon para los grandes actos). Ojalá hubiera alguna voz que se preguntara por qué el Ayuntamiento consiente que las cutres atracciones del Parque Genovés sean atendidas por trabajadores de ocho años. Ojalá alguien preguntara a su gobierno local, aunque fuera interrumpiendo, porqué dedica todas sus energías a difundir por tierra, mar y vallas lo que hizo y lo que hará, en vez de hacer, ahora, ya. Ojalá, algún jefe de estado tuviera que decirle alguna vez a un gaditano que se callara.
Ensayo general
No es que Cádiz no hable nunca. Quizás el problema sea que lo hace una vez al año, durante un mes, en febrero, y permanece como una estatua el tiempo restante. Ya ha empezado la estación de los ensayos y los preparativos. Varios millares de gaditanos están encerrados preparando palabras. Con tanto mimo, surgirán monumentos al ingenio, el sarcasmo, el atrevimiento y el buen humor. En el Falla y, sobre todo, en la calle. Luego, callados hasta el invierno que viene.
Pregonero
El que abrirá el Carnaval con su palabra será Antonio Martínez Ares, uno con fama de callarse poco y mal. Es una buena ocasión para que una fiesta de barrio -con tanto componente cotilla y canalla como creativo-, reflexione sobre la necesidad de juzgar a sus figuras por su obra. Como en el caso de Antonio Martín, Quiñones, Pardo, Aragón y otros tantos, el análisis se hace desde el prisma «me cae bien/me cae mal», cuando lo más racional es hacerlo desde su contribución. Se trata de que cada cual piense si sus coplas han quedado, si han contribuido, si han gustado a muchos miles, si han marcado una etapa. En el caso de Martínez Ares, como en el de los otros mencionados, parece que no hay mucha duda. El resto es anécdota porque nadie tiene el compromiso de irse a desayunar con ellos.
Fenómeno musical
Sin salir de ese mundo de la música comercial y profesional (al que pertenece ahora Martínez Ares), merece la pena reseñar el fenómeno de José Luis Figuereo, El Barrio. Mientras en su ciudad natal se dedican a inventarle leyendas urbanas, una tras otra, él sigue a lo suyo y de nuevo es, otra vez, de oro. Cada CD que saca, pelotazo que pega. Cada concierto que protagoniza, 20.000 espectadores. Podrá gustar o repeler su sonido, pero sus números son asombrosos. Mucho más que los de algunos otros que reciben más atención de los medios y los espectadores de esta tierra. Atención también al nuevo disco de Merche (otra vez con su autoría) que a golpe de trabajo supera todos los tópicos de niña mona (que no lo es. Concretamente es requetemonísima) para construirse una carrera de sombrerazo. Sin dejar las listas de éxitos, una curiosidad. El trío Latinoss, formado por gaditanos, ha lanzado su primer disco con gran respaldo empresarial. Tan es así, que los paisanos están este fin de semana grabando su primer videoclip en la costa.. ¿de Gambia!. Impresionativo, que diría Don Antonio I El Grande.