Unas pruebas para la esperanza
Huellas dactilares y restos de ADN están siendo nuevamente analizados para tratar de esclarecer, 12 años después, el asesinato de Juan Holgado
Actualizado:Han pasado casi doce años -el jueves se cumplirá el aniversario- y el crimen sigue sin culpables. La investigación policial se ha demostrado ineficaz, por lo tanto, para determinar quiénes asestaron una treintena de puñaladas cobardes a Juan Holgado la madrugada del 22 de noviembre de 1995 en la gasolinera de Martín Ferrador donde trabajaba.
Los dos juicios celebrados hasta la fecha han coincidido en señalar que nadie ha sido capaz de aportar pruebas concluyentes que certifiquen con absoluta certeza que los acusados fueron realmente los asesinos del joven jerezano. En ambos fueron absueltos, algo que ha incrementado más todavía el dolor de una familia que, impotente y harta de recibir portazos en la cara, sigue clamando justicia.
Pero, a pesar de todo, la familia de Juan Holgado no pierde la esperanza. Sigue luchando para conseguir que los culpables paguen por el crimen cometido. Recientemente se supo que se han encargado nuevas pruebas de ADN y de otro restos encontrados en la gasolinera después del asesinato, atendiendo así la petición de la representación legal de los Holgado.
Y, según el escrito remitido al Juzgado de Instrucción número 1 al que ha tenido acceso este periódico, reclama que se hagan una serie de pruebas y estudios concretos, aprovechando las nuevas tecnologías y los avances en los procesos y técnicas correspondientes producidos en estos doce años.
La petición se fundamenta en dos apartados principales, uno centrado en las huellas dactilares y otro, en diferentes restos de ADN existentes. Se considera que los resultados podrían, ahora, ser determinantes sobre la autoría del crimen.
Prueba lofoscópica
O de huellas dactilares. En el interior de la gasolinera se encontraron numerosas huellas de las que se sacaron fotografías que obran en autos. Una se halló impresa sobre un tetrabrik de zumo, que estaba impregnada de sangre y que podía pertenecer al autor. El tetrabrik desapareció en dependencias policiales o judiciales, pero «de su fotografía se puede obtener la identificación de la huella», según reza el mencionado escrito.
Cabe recordar que el resultado del estudio lofoscópico realizado en su día fue negativo, es decir, que se determinó que las huellas no pertenecían a nadie ni que estuviera fichado o poseyera DNI. Esto «resulta increíble e induce a pensar en una mala o defectuosa realización de la diligencia. Es por ello que procede que se intente de nuevo», asegura la familia en boca de su abogado, José Miguel Ayllón. Y es que -añade- «dentro de esta lofoscópica queremos llamar la atención sobre una prueba que no se hizo y que aún pudiera arrojar algún resultado: en el lugar del crimen se encontró un mechero con funda de piel. Que sepamos, no se ha sacado tal mechero de su funda y en él podría haber impresa alguna huella», que, en consecuencia, podría resultar determinante igualmente para la resolución del caso.
Prueba de ADN
Se realizó por el Instituto de Toxicología de Sevilla, que, al parecer, acababa de recibir el material de laboratorio. De hecho, el juez instructor requirió al Instituto por la tardanza en obtener los resultados y éste contestó que la prueba «había salido mal». Por otro lado, los medios con los que se contaban entonces eran muy escasos y «no se buscaban todos los alelos o factores», señala el escrito remitido al Juzgado. Y añade que «si se observa el resultado de estas pruebas se ve que unas veces aparecen unos y otras aparece otro, lo cual es imposible en la misma muestra. Ni siquiera se consigue saber si su pertenencia es de varón o hembra».
Además, uno de los autores se pinchó o cortó con uno de los cristales de la puerta de entrada de la oficina de la gasolinera, que hubieron de romper para salir. Se trataba de un cristal que colgaba, y el resultado de la prueba correspondiente fue que la sangre de ese cristal pertenecía a la propia víctima, «lo cual es imposible pues ésta se hallaba agonizante en una habitación interior».
La representación de la familia Holgado considera que todavía pueden hacerse, además, nuevas diligencias válidas sobre el ADN. Por eso pide informes sobre, por ejemplo, las ropas del fallecido y las puntas de navaja y otros objetos encontrados en la casa de Domingo Gómez, uno de los acusados en su día como participante en el crimen.
También reclama que se efectúen pruebas «sobre personas que fueron investigadas y a las que se tomó muestras de sangre». Y apunta directamente a Eduardo Asencio Ortega -se le encontraron días después heridas en la mano-, Rafael Asencio Ortega -se le había visto portar una medalla que era una de las principales pruebas-, Yolanda Castro Pacheco y David Domínguez Melero -estos últimos pudieron haber estado en la gasolinera la noche del asesinato, según un testigo-.
A la espera
Sea como fuere, la única certeza en estos momentos es que ya han sido remitidas a Sevilla las huellas y pruebas de ADN existentes para que se les realice nuevos estudios. Se desconoce cuánto tardarán en estar los resultados, pero la familia de Juan Holgado espera que puedan arrojar algo más de luz sobre lo que sucedió esa fatídica madrugada del 22 de noviembre de 1995 en la gasolinera de Martín Ferrador.
Será entonces cuando la Policía Nacional pueda tener nuevos indicios de los que tirar para reconducir una investigación que se retomó recientemente y que vivió hace dos semanas un nuevo episodio. Fue con la declaración de un supuesto testigo que habría declarado en un programa de televisión que había visto lo que sucedió, aunque en el Juzgado se retractó.
wjamison@lavozdigital.es