PECULIAR. La calle Levante es enjuta y pequeña, aunque cientos de personas pasan por ella cada día en busca de la zona más comercial del centro de Jerez.
Jerez

Un pórtico al viejo Jerez atravesado por el viento

La conocida calle Levante lleva desde 1639 llamándose así por la fuerza y el ímpetu con la que sopla este viento en el lugar

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En un instante te orientas en la pequeña calle Levante. El norte y el sur están a ambos lados de la misma, pues su nombre responde a la entrada de aire del Este que llega por las Angustias, y corre como una exhalación hasta romperse en la calle Évora, y filtrarse por la tienda de Anguita.

El número dos está repartido en tres partes. La Joyería Levante, la pajarería y la confitería de los Perea. Pero antes de entrar en la confitería habría que resaltar que en la casa que hace esquina todavía se recuerda a Pepe Romero El Tornero, que tenía fama de hacer los mejores trompos de Jerez para los niños.

Comercial

La calle está cimentada entre sus negocios de toda la vida, mientras que en las alturas todavía viven algunas familias. Al parecer son hogares también fundados hace años, no es una zona donde habiten nuevas familias, recién casados o solteros que se independizan. Seguramente debe de llegar el olorcillo a obrador que por las mañanas sale de la confitería. La fundó en el mes de abril del año 1952 don Joaquín Perea Rosado, que junto con sus hermanos acercaron el mundo de las chucherías a medio Jerez, pues también han tenido sucursales en la calle Mesones, en Medina o en la calle Barranco. «Mi padre comenzó cinco años antes en la esquina de Évora con Doña Blanca con un carrito donde se colgaban las garrapiñadas», subraya su hijo Juan Luís Perea. No falta en la confitería de los Perea el rincón taurino, muy español, donde siempre hay un torito negro zaino o un muñeco vestido de luces. Juan Luís lleva con los ojos cerrados un negocio de toda la vida, y foco de miles de disputas entre padres e hijos. Sin duda estamos ante un clásico. Los Perea, donde miles de jerezanos han llorado ante sus padres por un palo de nata.

La pajarería está un poco más adelante. La lleva Juan Gago con su familia. El trino de los canarios se descuelga de las paredes donde están colgadas las jaulas. En el escaparate siempre tiene un par de conejillos berrendos o tres gatitos que siempre dirigen una mirada dulce a quien pasa por la calle. «Siempre ha sido de la familia -comenta Jesús que está al cargo de la tienda- llevamos cincuenta años y hemos tenido de todo. Tienda de ropa, juguetería, los famosos veinte duros, joyería y ahora los animales. La calle Levante ha sido nuestro sustento por muchas actividades que hayamos explotado».

La Cigüeña lleva desde el año 1967 despachando ropa para canastilla a las nuevas mamás de la ciudad. Han vestido a media población y ya son varias generaciones las que se pusieron los primeros trapitos en la tienda. Ahora vuelven a vestir a sus hijos. Charí Serna está al frente de la tienda que fundara su padre Manuel junto con su tío Antonio Serna. «Estamos especializados en artículos clásicos para los recién nacidos. Sin duda, Jerez sigue siendo muy clásico; así que hemos vestido a muchos bebés para su bautizo».

El Bazar Levante

El otro gran clásico de la calle es el Bazar Levante. Al frente del negocio familiar está Miguel Fernández Quirós, aunque la propietaria de la tienda es doña Josefa Quirós Ordóñez, madre de Miguel. La tienda comenzó siendo una zapatería hace cuarenta y cinco años. Después se convirtió en bazar, pero Miguel subraya que «con los años hemos evolucionado con los tiempos. Ahora, por ejemplo, poco queda del bazar. Estamos más especializados en lámparas y en accesorios de baño». Algún mueble también habita la amplia tienda, que todavía mantiene las dos plantas y un gran expositor iluminado para llamar la atención del viandante. Miguel se muestra optimista con la calle. «Siempre ha sido una calle muy interesante comercialmente hablando. Sigue siendo la entrada al centro de la gente que viene de las pedanías, porque los autobuses paran aquí. Eso nos ha dado mucha vida siempre. Y aunque el negocio quizá ya no es lo que era, tampoco nos podemos quejar». Por ejemplo, los catavinos más jerezanos están en Bazar Levante. Catavinos grabados, por supuesto. Ideales para una buen regalo.

La farmacia está presente en la calle. Es, quizá, el establecimiento más reformado de la pequeña calle. Recientemente restaurada, Miguel Fontánez Muñoz es el licenciado que lleva el negocio que su padre, Miguel Fontánez Florido, abriera hace muchas décadas.

Más allá también está el bar de Rafael Beas, que ha llegado a Levante hace pocos meses. Regenta ahora lo que fue uno de los enclaves de más arte y más taurinos de Jerez: el famoso bar Salas que Pepe llevaba a las mil maravillas. Ya no quedan fotos taurinas en el bar, pero Rafael sigue sirviendo a la jerezana en esta esquina de paso. «Sigo con la misma línea que Pepe y su padre impusieron durante tantos años. Sobre todo es un lugar donde el cliente puede disfrutar de una buena copa de vino de Jerez, además de propuestas de tapas caseras y muy jerezanas», subraya. Todavía queda ese sabor a jerezanía que Pepe Salas, junto con su padre, El Chino, supo imprimir a esta esquina donde el viento de levante coge fuerza para cargar de forma contundente en la esquina con Évora. Allí el aire se diluye en dos ramales. Atrás queda la gran familia de comerciantes que llevan toda la vida en la calle. Todos consensuaron por separado que «aquí somos como una familia después de tantos años de convivencia». Una familia que da fe de que, por mucho viento que se haya desatado, el dios Eolo no ha conseguido desunir lo que el tiempo y la vecindad han soldado bien fuerte.