La vida real
Llevaba un tiempo planteándome un ejercicio de descontaminación (del tabaco no, del bombardeo de noticias) y he cogido esta semana (y mira que sé que está al caer lo del nombramiento del Pregonero...).
Actualizado: GuardarHa sido obligado, llevo unos días con un roe roe que ni sentarme delante de la tele me apetece. Llega el otro día a casa mi cuñao Paco con la cara desencajá, «Te tengo que comunicar algo», que le dije yo acudiendo a una cita de esas que copio de internet (de las de la A a la Zeta), «Todo se puede decir con una sonrisa». «Ya (me dijo), por eso te lo traigo por escrito, si quieres te ríes tú»: El Paco y la Juani, de mutuo acuerdo, han decidido el cese de sus relaciones sexuales. Me sonreí (estas frases no fallan) «¿Esto qué es Paco?», «Lo que dice ahí», «Hombre, esto lo hacemos muchos, pero no pasamos una nota a la familia... Pero bueno, si es de mutuo acuerdo, tu sabes que contáis con la bendición de la Iglesia». Algo no le cuadraba y miró la nota, tachó sexuales y puso matrimoniales, «Quillo, que nos separamos» (lo podía haber dicho sin tanta pamplina). El palo fue grande, pero no lo había terminado de encajar cuando me larga otra notita, el finiquito que le habían dado en Confecciones Manoli, como no venden chaquetones (vamos a tener que cortar otra vez la luz cinco minutos, a ver si viene el invierno) y él es eventual... «¿Y qué vas a hacer?», «Un encierro...» En casa de su madre, tenía lo puesto. Lo había intentado todo: el piso, el campito de Chiclana, el coche... pero lo habían desplumao (hasta cuando dijo adiós le repetía el suegro ¿Por qué no te callas?)
Cuento esto porque es la vida real, aunque no aparezca en los periódicos ni en la tele... Que por cierto, ya tengo el mono de la información y, puesto como estoy (hombre, no sé si servirá de algo) aprovecho para proponer de Pregonero a Baldasano.