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Hazme un arreglito

Marbella, Comunidad Valenciana. Murcia, ahora Madrid. A menor escala El Puerto de Santa María, Chiclana, Vejer, Zahora... Esto de la corrupción urbanística y sus grandes o pequeños tentáculos es el pan de cada día en los informativos, periódicos e informes de las distintas cadenas televisivas. Conocí hace mucho tiempo quien, a base de chapuzas, entramados legales e ingeniería creativa de engañar tanto al erario público como a sus vecinos, consiguió crearse una casa más parecidas a las mansiones de los Beckham en pleno terreno protegido. La alegalidad de muchas de las viviendas que pueblan zonas de interés medioambiental en municipios de la provincia ha tejido un conglomerado difícil de arreglar. Lo de la ley de punto final, es posible, que pudiera ser una chapuza más que una solución definitiva que aleje las dudas de corrupción de quien comete, desoye, mira hacia otro lado o simplemente le pasa desapercibido. Las administraciones no están dispuestas a ayudar a que se de practicidad a la ley (si es que existiera).

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Propietarios de muchas viviendas recriminan que son los propios ayuntamientos quienes les permite obras, les obliga (como a todos) pagar impuestos, cobra los servicios prestados y, ahora, como en un arrepentimiento repentino por hacer cumplir decretos o leyes, quiere imponer a toda costa la razón .

La Justicia ha decidido poner fin a la tropelía de hacer cada uno lo que le vena en gana, pero las trabas que encuentra son excesivas y diversas y los resultados, si es que se consiguiera, pueden ser alarmantes y preocupantes por el número de propietarios que tengan que echar abajo parte de su vida. LA GLORIETA