Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
ENTRETENIMIENTO. Los autodefinidos y los crucigramas son una buena alternativa para aquellos que superan los sesenta.
Sociedad

El culto a la mente

El éxito de los juegos de entrenamiento cerebral ha puesto de moda la gimnasia de la memoria. Los expertos lo ven positivo, pero relativizan su eficacia en personas sanas y habituadas a los estímulos

Actualizado:

Hay quien sale a hacer footing por las mañanas. También está el que se decanta por ir al gimnasio a machacarse con las pesas o aquel que opta por el aeróbic. Pero otros prefieren no sudar. Hacer ejercicio sin levantarse del sofá. Sólo moviendo las neuronas. Y, lo que es mejor, jugando. Porque, aunque no lo parezca, los números y las letras también tiene su lado entretenido. Si no que se lo pregunten al doctor Kawashima, que ha puesto de moda la gimnasia mental con un invento que ha revolucionado el mercado de los videojuegos: Brain Training, un programa que promete entrenar desde la agudeza visual hasta la agilidad mental. Como el sudoku, otro de los pasatiempos estrella, o los clásicos crucigramas, autodefinidos, puzzles o sopas de letras. Todos ponen en marcha el cerebro, pero ¿realmente mejoran su capacidad? Los expertos son algo escépticos. Tienen pruebas de que ejercitar la memoria enlentece el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas y retrasa el deterioro cognitivo asociado al envejecimiento o a trastornos emocionales, como el caso de los pacientes con depresión.

Lo que no tienen tan claro es que influya de alguna forma en la actividad cerebral del resto de la población. «La estimulación cognitiva debe dirigirse a personas que se encuentren infraestimuladas. En aquellas con una actividad intelectual y física aceptable, con un ritmo de vida que podría considerarse estimulable, no se considera imprescindible un apoyo», asegura Mercé Llach, neuropsicóloga del Instituto de Sociología y Psicología Aplicadas.

Siempre aconsejable

Eso no quiere decir que sea perjudicial. Al contrario. Según la neuropsicóloga Beatriz Cárdenas, habituada a trabajar con enfermos con daño cerebral y ancianos, «siempre es positivo ejercitar la mente». «Hoy en día, hay una actitud generalizada por cuidar el cuerpo, pero no la mente. Funciones cognitivas como la memoria, la concentración o el razonamiento suelen quedar en un segundo plano, y no viene mal entrenarlas, sobre todo a cierta edad», añade la especialista malagueña.

A su juicio, «a partir de los sesenta años es aconsejable e incluso necesario». Antes, dependería de cada persona y del trabajo y ritmo de vida que lleve. Aunque en ningún caso es una rémora. Sea la edad que sea. Cárdenas, por ejemplo, considera muy apropiados para los jóvenes los juegos para PC y videoconsolas diseñados para la competición en grupo «porque motivan más y, al mismo tiempo que divierten, mantienen activas las capacidades cognitivas».

Más complicado es el manejo de las nuevas tecnologías entre los mayores. Y eso que suele ser el objetivo prioritario de los anunciantes. Sin embargo, a juicio de la neuropsicóloga, los clásicos pasatiempos, los juegos de mesa y los ejercicios de papel y lápiz son los idóneos para ellos. Una ayuda para postergar la mella que hace el tiempo en la mente. Está probado científicamente. Para más señas, estudios como el del Instituto Nacional del Envejecimiento (INE) de Estados Unidos, que revela que el ejercicio mental mejora la memoria, la concentración y la resolución de problemas en los mayores de 65 años.

Como observa el neurólogo José Manuel Martínez Lage, profesor Honorario de la Universidad de Navarra, la información que llega al cerebro se codifica y se consolida a través de los órganos de los sentidos, la lectura y los aprendizajes que se van realizando. Así se almacenan reservas con las que se va estructurando la mente. Y en este proceso tienen mucho que ver los contactos neuronales.

«Toda nueva experiencia es una nueva conexión interneuronal. De manera que es muy recomendable que la gente entrada en años mantenga sus pasatiempos favoritos y cultive nuevas actividades mentales», asegura el neurólogo. Esto incluiría desde puzzles hasta cursos de idiomas o música, pasando por otras propuestas como la de aficionarse a leer libros o prensa, aprender a navegar en internet o simplemente conversar. «Todo esto es protector para mantener el cerebro sano a pesar de que pasen los años», advierte.

Tipos de memoria

El abanico es amplio. Incluso hay quien cae en la adicción. Existen hasta competiciones y torneos de crucigramas y pasatiempos que retan al más ambicioso. Pero proclamarse ganador no significa ser el mejor. Como comenta la profesora de Psicología de la Universidad de Málaga Carmen Pedraza, «la memoria no es un proceso unitario, existen muchísimos tipos de memoria: declarativa, semántica y episódica, no declarativa (de destrezas y hábitos, aprendizaje asociativo, no asociativo, priming...)».

Y es que los caminos de la mente son insondables y la memoria es sólo una parte de ella. Es más, como las muñecas matrioskas, es una caja de sorpresas. La memoria semántica, por ejemplo, es la que guarda datos concretos, como las capitales del mundo o las tablas de multiplicar (conservación consciente).

Por su parte, la episódica conserva los recuerdos de vivencias y los relaciona con diversos elementos sin que el individuo se dé cuenta (anuncios que se pueden recordar sin haberles prestado demasiada atención). Mientras, la procedimental permite desempeñar tareas después de haberlas aprendido, pero sin tener que mantener constantemente la atención. Es algo automático, como conducir un coche o montar en bicicleta. De ahí los matices, ya que a la hora de trabajar el cerebro no sólo se pone en marcha la memoria. Por no hablar de las denominadas a corto y largo plazo. La primera permite retener una información sólo unos segundos (número de teléfono, nombres), mientras que la segunda ayuda a conservar los datos durante minutos, horas, semanas o incluso años.

Funciones combinadas

Y es que a menudo se habla de su entrenamiento, pero en realidad la memoria es mucho más que una combinación de varias funciones cognitivas: la capacidad de orientación, la memoria inmediata, la memoria reciente, la memoria a largo plazo, la capacidad de concentración o incluso el lenguaje. Todo unido es lo que permite conservar los recuerdos en el almacén de la mente.

De hecho, juegos como los que han puesto de moda tanto Nintendo (Brain Training) o Wii (Big Brain) permiten trabajar, no sólo la memoria, sino también la capacidad de concentración y atención, el razonamiento, la fluidez verbal o la destreza para el cálculo. Lo que no está tan claro es que sean capaces de averiguar nuestra edad cerebral.