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Cómo salvar una conferencia

Israel anunciará muy pronto que congela la construcción en las colonias que ha erigido sin tregua en los territorios palestinos ocupados, a petición expresa de Washington y como un gesto destinado a estimular la presencia árabe en la próxima conferencia de Anápolis.

ENRIQUE VÁZQUEZ
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El diario israelí Haaretz creía saber ayer que los norteamericanos, obsesionados con ver a muchos gobiernos árabes, y sobre todo Arabia Saudí, en la reunión, pidieron el gesto, demandado en vano hasta ahora, como una exigencia que les habría sido previamente transmitida por socios árabes.

Interrogado sobre qué decisiones podía tomar el gobierno israelí sobre la cuestión de congelar la construcción o desmantelar lo que el vocabulario oficial llama puestos ilegales (viendo, pues, como legales los demás), el primer ministro Olmert optó por lo que parece de más impacto: la parada en la construcción.

Los colonos son una fuerza de choque del sionismo rampante, están bien organizados en el Yesha Council, tienen una expresión político-institucional muy clara y activa en el Partido Nacional Religioso y su decisión de resistir físicamente a la autoridad hace indigerible para una cierta mentalidad judía la acción material del gobierno en su contra: un judío golpeando a otro en la tierra prometida

Israel está obligado a la congelación por la Hoja de ruta en paralelo al fin de la acción armada palestina, pero ninguna de las dos partes ha cumplido estas previsiones, que datan de 2003, cuando fue aprobado el plan internacional de asistencia al proceso de paz con la creación de un Estado palestino. El presidente Bush, por si acaso, aclaró después que Washington no exigiría la evacuación de todas las colonias y que defendería que todo acuerdo considere las nuevas realidades demográficas sobre el terreno.

Con estas consideraciones hay que tomar por lo que vale el eventual anuncio. Todo el mundo sabe que Israel nunca restituirá el llamado bloque central de colonias, aunque el asunto podría encarrilarse con un canje de territorios. La cuestión central es Jerusalén-este, cuya soberanía nunca aceptarán perder los árabes.