
Sarkozy aguanta el pulso de los sindicatos
La huelga indefinida en el transporte galo arranca con un seguimiento menor del esperado por el apoyo de la población a las reformas La sólida unión de algunas centrales comienza a resquebrajarse
Actualizado: GuardarLos estudiantes que protestan contra la reforma universitaria y los sindicatos del transporte público que lo hacen contra la de los sistemas de jubilaciones privilegiadas parece que pierden fuerza en su pulso con el Gobierno de Nicolas Sarkozy. Todos los indicadores de la gran jornada de huelgas y manifestaciones nacionales de ayer golpean la credibilidad de sindicalistas y estudiantes.
El 18 de octubre, los mismos sindicatos de la SNCF (red nacional de transportes públicos), la RATP (trenes de cercanías), EDF y GDF (distribución nacional de gas y electricidad) consiguieron movilizar a unos 300.000 manifestantes. La cifra se consideró «relativamente baja». La jornada de ayer, preparada cuidadosamente desde hace días, apenas llegó a congregar de 50.000 a 100.000 manifestantes a lo largo y ancho del territorio galo. Se trata de cifras muy bajas para una «gran jornada de lucha nacional».
En el paro de octubre, un 73,5% de los ferroviarios franceses participaron en la huelga. El porcentaje descendió ayer hasta el 61,5%. Con todo, se trata de una participación bastante alta. En París e Isla de Francia, un 58% de los trabajadores de la RATP secundaron el paro del pasado día 18. Ayer, la participación cayó al 44%. Este descenso significativo de la movilización sindical corre pareja a la división de las distintas centrales, al haberse llevado a cabo manifestaciones llamativas de hostilidad ciudadana contra los huelguistas.
La CGT, mayoritariamente comunista, fue la primera en 'mover ficha' al aceptar la negociación «empresa por empresa» ofrecida por Sarkozy como «puerta de salida honorable». FO y la CFDT, reformistas, parecen aceptar el principio. Las asambleas de ayer votaron la continuación «indefinida» del paro, pero la tentación negociadora y la escasa movilización parecen sugerir una crisis larvada de la contestación sindical.
Xavier Bertrand, ministro de Trabajo, envió ayer un proyecto de diálogo que permita poner fin a la huelga con relativa rapidez. La posible negociación reposa en una carta explicando el punto de vista gubernamental de salida de la crisis, sin concesiones de ningún tipo, pero con la propuesta de un «mecanismo de discusión» en el que participarán los sindicatos, las empresas públicas y representantes del Estado. El jefe del Gobierno, François Fillon, ha repetido, una y otra vez, que el principio capital de la reforma no es negociable, aunque si se pueden discutir los métodos y formas prácticas de su aplicación.
Transporte afectado
Los servicios de ferrocarril y transporte público continuarán hoy muy afectados. Los trenes de alta velocidad y las líneas nacionales e internacionales funcionarán de manera más o menos aleatoria. El metro parisino continuará siendo víctima de retrasos y una circulación limitada. Pero el futuro de la huelga y la contestación se perciben mucho menos amenazantes de lo anunciado.
El apoyo de la opinión pública a Sarkozy y su Gobierno quizá esté siendo determinante. Según distintos sondeos, entre el 58% y el 60% de los franceses apoyan las reformas propuestas por el presidente de la República. Se trata de un punto capital, matizado con manifestaciones de nuevo cuño, hostiles a los sindicatos que defienden los sistemas de pensiones privilegiadas.
En Lille, han surgido varias organizaciones de usuarios que protestan contra una huelga que les causa grandes trastornos familiares. En París y su región se han creado asociaciones que han comenzado a utilizar nuestros «instrumentos de combate» para denunciar un movimiento sindical presentado como «elitista y corporativo», que defiende privilegios de trabajadores de empresas públicas.
En ese marco, el movimiento estudiantil se percibe minoritario. Todos los sondeos afirman que una gran mayoría ciudadana considera a los grupúsculos hostiles a la reforma como «sectarios», «dogmáticos» o «izquierdistas irresponsables». Los estudiantes han conseguido bloquear 33 de las 85 universidades nacionales. Pero ayer comenzaron a multiplicarse los incidentes y enfrentamientos físicos entre partidarios y adversarios de la contestación.