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Londres y París estrenan en pleno paro su nueva conexión ferroviaria de alta velocidad

Lo que ayer era celebración en Reino Unido se tornaba en incertidumbre al cruzar el canal de la Mancha camino de París. Pero al final la huelga ferroviaria francesa no impidió que el primer Tren de Alta Velocidad (TAV) a través del túnel submarino que parte de la remodelada estación londinense de Saint Pancras alcanzara en dos horas y quince minutos la capital gala. O lo que es lo mismo, en veinte minutos menos de lo que tardaba hasta ahora.

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Con una inversión de 800 millones de libras (1.195 millones de euros) y tras seis años de obras acabadas en el plazo previsto, la victoriana estación de Saint Pancras abrió sus puertas a las nueve de la mañana reconvertida en una moderna terminal del siglo XXI por la que pasarán 45 millones de viajeros anuales. Después de trece años de operar desde la estación de Waterloo, al sur de la capital británica, la compañía Eurostar se ha trasladado al norte del río Támesis para reducir el tiempo que hasta ahora tardaba en conectar Londres y París y competir mejor y de forma más ecológica con los enlaces aéreos.

El primer tren, bautizado Eurostar verde, partió a las once de la mañana hacia la capital francesa por la nueva línea ferroviaria, un tendido de 109 kilómetros de alta velocidad en suelo británico hasta el túnel del canal de la Mancha que le costó a la compañía más de 8.000 millones de euros. Cinco minutos después salió de la misma estación el primer servicio hacia Bruselas, adonde llegó en una hora y 51 minutos.

El temor de que el paro del transporte público en Francia echara por tierra la celebración en Saint Pancras fue al final infundado y el TAV recaló a su hora en la estación parisina de Gare du Nord. Por contra, cierto aura de tristeza se apoderó de la de Waterloo desde donde el último Eurostar partió poco después del mediodía del martes, dejando sin utilidad cinco plataformas de la compañía.

Las complejas obras del proyecto Alta Velocidad Uno empezaron en 2001 para restaurar la vieja estación de Saint Pancras, construida en 1868, y convertirla en un espacio de encuentro dotado de un techo de 18.000 paneles de cristal, tecnología wifi, monitores de pantalla táctil, suelos a base de materiales nobles y pantallas de cristal líquido con los horarios de los trenes.