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El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez a su llegada al juzgado de lo Penal 5 de Granada. /EFE
acusado por un sacerdote

El arzobispo de Granada, juzgado por injurias, calumnias, coacciones y acoso moral

EFE |
GRANADAActualizado:

El sacerdote Francisco Javier Martínez Medina, que denunció al arzobispo de Granada por injurias, calumnias, acoso moral, lesiones y coacciones, le ha acusado hoy en el juicio de humillarle y vejarle, una situación que le afectó personal y profesionalmente y le causó diversas patologías.

Martínez Medina, que ha declarado como testigo en el Juzgado de lo Penal número 5 de Granada, ha insistido en que la actuación del arzobispo le ha supuesto "un daño personal, sacerdotal y profesional muy grande" y que se ha visto "humillado" en su "dignidad humana".

Todo ello porque, tal y como reflejó en su querella, el arzobispo de Granada , Francisco Javier Martínez, le destituyó como canónigo archivero y conservador de patrimonio de la catedral, le retiró la Cátedra en la Facultad de Teología y le suspendió ad divinis, lo que le impedía ejercer como clérigo.

Además, Martínez paralizó la edición de un libro patrocinado por la entidad de ahorros cordobesa CajaSur sobre la Catedral granadina que coordinaba el querellante, a quien acusó en una carta de quedarse con los derechos de propiedad intelectual de dicha publicación. "La acusación de apropiación indebida significó hundirme profesionalmente, sobre todo cuando me acusaban de que faltaban cosas que yo no tenía porque nunca me llevé nada", ha afirmado el sacerdote, quien ha reconocido que su relación personal con Martínez es "nula".

Tuvo que abandonar la Iglesia

El "estrés" y las "vejaciones" sufridas le generaron "depresiones y otras patologías", situación que vivió su madre -quien le recomendó que abandonara la Iglesia- lo que supuso "un agravamiento en su estado de salud" hasta su fallecimiento.

Martínez Medina ha situado el comienzo de los "ataques" del arzobispo desde que tomó posesión del cargo en junio de 2003 tras abandonar el Obispado de Córdoba, donde mantuvo un enfrentamiento público con el entonces canónigo y presidente de CajaSur, Miguel Castillejo. Según ha testificado hoy, el arzobispo le advirtió verbalmente de que no quería que "su clero" se relacionase con instituciones que "hacían negocios con la Iglesia", en alusión a la caja de ahorros cordobesa, si bien después le comunicó por escrito que su vinculación con CajaSur le "impedía su labor pastoral".

Cuando le informó de su destitución como archivero y conservador de patrimonio de la catedral, le dijo que lo hacía por su "desobediencia", algo que supuso para el sacerdote "una vejación muy grande, mucho daño y mucho dolor". Así ha recordado que se sintió cuando comprobó que cambiaron la cerradura de su despacho y tuvo que retirar sus pertenencias "bajo la vigilancia de empleados de la catedral".

Ha añadido que, en una conversación telefónica posterior y en relación con la paralización de la edición del libro sobre la Catedral, le dijo "en tono amenazante" que era "un mal sacerdote y un desobediente".

Tras la declaración del querellante y la del querellado, que ha sido la primera, aún queda una veintena de testigos por testificar, lo que harán tras el receso de una hora ordenado por el juez Miguel Ángel Torres, que fue instructor del caso Malaya contra la corrupción urbanística en Marbella (Málaga).