Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
TRASLADO. El agente es conducido al hospital. / L. CALABOR
ESPAÑA

Un ertzaina, herido en una mano al estallarle la bomba desmontada en Getxo

Otro agente de la Policía vasca sufrió lesiones en los tímpanos al explotar el detonador mientras lo examinaban

O. B. DE O.
Actualizado:

Un agente de la Ertzaintza sufrió ayer la amputación de cuatro dedos de una mano al explotarle el detonador de la bomba desactivada el domingo en Getxo y colocada por ETA como trampa, precisamente, para matar a miembros de la Policía vasca. Un segundo agente resultó herido al sufrir lesiones en los tímpanos.

La explosión es una de las peores continuaciones del atentado frustrado del domingo, ya que lo que no consiguió ETA sucedió cuando los agentes manipulaban en una base policial los restos de la bomba desmontada junto a los juzgados de la localidad vizcaína. A última hora de ayer, los médicos intentaban reconstruir la mano del artificiero, uno de los más veteranos de la Unidad de Desactivación de Explosivos de la Ertzaintza (UEDE). Su larga experiencia hacía que muchos ertzainas se preguntasen qué pudo fallar para que se produjese la explosión.

Trampa etarra

La bomba formaba parte de la trampa tendida por ETA en los juzgados de Getxo. Dos etarras colocaron una primera bomba en la misma puerta del edificio. Segundos después escondieron un segundo artefacto -con tres kilos de amonal y abundante metralla- en una papelera para que estallase alrededor de las seis y media de la madrugada, cuando los ertzainas se acercasen a comprobar los daños del primer estallido.

Los fallos en las bombas y el azar evitaron una masacre. ETA avisó de la colocación de la mochila y ocultó la existencia del segundo explosivo. Sin embargo, ni los responsables de las cámaras de seguridad de los juzgados ni los ertzainas que establecieron el cordón de seguridad alrededor del edificio ni los perros adiestrados consiguieron detectar la bomba cargada de metralla.

Este artefacto permaneció alrededor de ocho horas sin ser localizado, en un lugar al que se acercaron políticos como el consejero de Justicia Joseba Azkarraga, periodistas y vecinos. Sólo el visionado de las cintas permitió ver que existía otro artefacto.