FAMILIA. Miembros de la Fundación de También y los voluntarios de la Fundación Barclays, en la Vía Verde de la Sierra durante su visita a la comarca serrana.
Sierra

¿Discapacitados?

Venticinco integrantes de la 'Fundación También', y 150 voluntarios de la 'Fundación Barclays', participan en un encuentro deportivo en la Vía Verde de la Sierra

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La interrogación del titular, ¿Dispacacitados?, es la primera palabra que se le viene a la mente a cualquier persona que comparte una jornada con los socios de la Fundación También. Unos hombres y mujeres que se resisten a detenerse, a pesar de las dificultades que la vida les ha deparado en el camino. De modo que practican el deporte adaptado para la integración de las personas con discapacidad.

Esta Fundación es fruto del empeño personal de Teresa Silva, su directora y fundadora. Su historia personal encierra un drama en el que una lesión medular la ha obligado a vivir en silla de ruedas. Esta sevillana de nacimiento, y madrileña de adopción, se resistió a protagonizar la vida típica que la sociedad destinaba a los discapacitados. Su amor por el deporte le llevó a poner en marcha una asociación que facilitara la integración de los discapacitados, a través de la actividad deportiva. Seis años de vida y patrocinadores de alto nivel avalan la actividad de También.

Entre el programa que desarrollan estos deportistas de elite encontramos todo tipo de actividades. Pesca, buceo, senderismo, piragüismo y ciclismo, entre otras. Esta última actividad ha posibilitado que el camino de estos veinticinco luchadores haya establecido una parada en la comarca serrana. El escenario ha sido la recién premiada, por su excelencia y calidad, Vía Verde de la Sierra.

En la visita, los miembros de También han estado acompañados por trabajadores de Barclays, familiares voluntarios y miembros de la Asociación Aturem. A esta última, organización sevillana, la Fundación de la citada entidad bancaria le ha donado una cuantiosa cantidad para la remodelación de su centro ocupacional y la puesta en marcha de nuevos cursos, según asegura Ana Sequí, responsable de proyectos de la Fundación Barclays. Este dinero proviene de las aportaciones de los empleados, que el propio banco multiplica por diez.

La propia Sequí reconoce que esta actividad tiene una «doble función». Por un lado, la de la integración de los discapacitados, mientras que, por otro, «permite que los voluntarios que venimos a participar nos concienciemos de cómo viven los discapacitados», asegura Sequí. En esta línea reconoce que los voluntarios «se sorprenden bastante con el estado de forma de los discapacitados».

La idea principal que suelen traer los voluntarios que acuden a estas convocatorias por primera vez es la que marca la imagen estereotipada de la sociedad. Carlos Rolandi, miembro de También, asegura que «los voluntarios llegan con la idea de ayudar a los discapacitados a dar prácticamente cada paso o pedalada que necesitan para cumplir con la actividad marcada», una idea que «se diluye inmediatamente, cuando comprueban que los discapacitados han conseguido, con su esfuerzo y afán de superación, ser parte de la elite deportiva». Con lo cual, el papel del voluntariado se centra en las labores de logística y preparación de las actividades.

Rolandi y Sequí coinciden en que «estas actividades deportivas permiten que los discapacitados consigan mejorar su autoestima y eso les ayuda en su integración en la sociedad». Además, el hecho de que las actividades sean conjuntas hace que «no sólo los discapacitados superen las barreras psicológicas».

Teresa Silva destaca la «belleza del entorno natural de la Vía Verde y lo perfectamente adaptada que está, sobre todo para este tipo de actividades». En este sentido, Rolandi reconoce que «los discapacitados necesitan una zona en la que no haya numerosos baches, ni elevadas pendientes, algo que se produce en los senderos de la Vía». No obstante, Silva considera que «habría que mejorar tres puntos fundamentales que nos facilitaría el acceso a los discapacitados». En concreto, se refiere a «la falta de aseos adaptados en algunas estaciones o paradas, la poca iluminación de algunos túneles y la eliminación del último tramo del sendero, cercano a Puerto Serrano, por el hundimiento de un túnel».

Precisamente, este hundimiento del túnel provocó que no pudieran llevar a cabo los últimos seis kilómetros del sendero, por lo que sólo pudieron completar 30 kilómetros. Algo que no dejó contento a estos luchadores, por lo que sustituyeron esos kilómetros por otros ocho más que completaron, al margen de la Vía Verde.

sierra@lavozdigital.es