Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
LA GLORIETA

patas de pollo

JAVIER LÓPEZ jlopez@lavozdigital.es
Actualizado:

sted y yo sabemos que una pata de pollo no es una pistola y que nunca nadie se sintió intimidado ante otra persona que blandiera, amenazante, una extremidad de gallina. El caso es que tan hilarante situación se ha producido recientemente en una tienda. «Que no, mujer, que es una broma», dijo el malhechor cuando la dependienta ya se disponía a entregarle la recaudación del día. Soltó una carcajada y salió del establecimiento. Usted pensará que el malvado atracador, de 21 años, conocía a la cajera, pero se equivoca. Todos sabemos de personas cuyo sentido del humor merece calificativos que el decoro aconseja no pronunciar. Sin embargo, cabe preguntarse qué movió al salteador de las patas de pollo a gastar esta broma a una desconocida. Los estudiosos de la conducta podrán indicar que carece de capacidad de ponerse en el lugar del otro, la archimentada empatía. La cuestión es que la sociedad parece avanzar por caminos por los que no transita el sentido común. El individuo decide echar unas risas -que tampoco faltaron durante la vista en el juzgado- y finge un atraco. ¿Qué divertido! Tanto como esas jaurías de escolares que patean a sus compañeros de clase. El bandolero tendrá que hacer frente a una multa de 50 euros, poca cosa si se toma en consideración que la dependienta del negocio pensaba que en verdad estaba ante un asaltante. Mañana se le podrá ocurrir a un primo de este sujeto que otra buena manera de reírse sería presentarse en la casa de un desconocido con un pasamontañas y un cuchillo carnicero en lugar de las patas de pollo. Qué cachondo, cuando la familia esté aterrada, se descubre la cara y, con una carcajada, avisará de que se trataba de una broma. Y a echar unas risas. Total, por 50 euros.