Educar a la ciudadanía
Me cuentan algunos amigos que acudieron al primer día de vida del complejo Área Sur que hubo momentos en los que sintieron algo de vergüenza ajena. Y es que a primera hora de la mañana hubo alguna que otra bronca a las puertas de las tiendas que ofertaban regalos a sus primeros clientes. «He entrado yo antes que tú», «no yo», «que le he dicho, señorita, que este hombre se ha colado», y así un largo etcétera que tuvieron que padecer los pobres empleados que acaban de desembarcar en estas modernas instalaciones.
Actualizado:Y es que aquí la gente se mata por cualquier cosa que se regale, «aunque sea un trozo de madera» ,como dice uno que yo me sé. ¿Qué no se lo creen? Les invito a que piensen en las cabalgatas que de vez en cuando salen por las calles de nuestra gran ciudad.
Yo misma he desfilado -en mis años mozos, claro está- como figurante en Reyes y recuerdo momentos que es mejor olvidar. Les aseguro que los padres y las abuelas son mucho peores que los pobres niños que esperan con ilusión a que cualquiera se acerque hasta él para darles un caramelo. Mientras que los más pequeños de cada casa nos miraban con cierto recelo debido a las pintas que teníamos, los adultos nos empujaban e insultaban en alguna que otra ocasión porque no teníamos ya caramelos que darles a sus hijos o nietos.
En esos momentos descubrí que hay personas que necesitan urgentemente clases de educación porque no saben comportarse en público. Lo que pasó el jueves en Área Sur es más o menos lo mismo. Peleas a las puertas de un establecimiento por un objeto que seguramente acabará en un cajón olvidado es, sencillamente, lamentable.