OTROS TIEMPOS. Imagen del matrimonio valenciano. / SUR
ESPAÑA

Un matrimonio valenciano, preso en Madagascar acusado de tráfico de tortugas

Los familiares aseguran que compraron 48 reptiles a niños en una playa sin saber que estaban protegidos

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Daniel Manero y Marta Magraner son un matrimonio valenciano que sobrevive desde hace cuatro meses en celdas de criminales de Madagascar de apenas seis metros cuadrados. Comparten las mazmorras, además de con las ratas que campan por ellas a sus anchas, hasta con 17 personas. Todos realizan sus necesidades en un infecto cubo que se limpia una vez cada jornada.

Sólo comen un cuenco de taipoca en 24 horas. Marta es prediabética y su enfermedad la obliga a comer cuatro o cinco veces al día. Apenas puede hacerlo sobornando para ello a sus carceleros. El mismo dinero que es su único salvoconducto para poder ducharse.

Soportan temperaturas superiores a los 40 grados. Ese insufrible calor es el responsable de que se haya estropeado el aparato de la joven valenciana para medir el nivel de azúcar en su sangre. Su marido se rompió un dedo el mes pasado y pasó 15 días sin ser asistido por médico alguno. Todo ello en una cárcel con capacidad para 800 reclusos y en la que se hacinan 1.500 internos.

Delito

Su delito para sufrir este infierno: transportar en sus maletas artesanía local y 48 tortugas de dos especies protegidas y en peligro de extinción. El matrimonio compró los reptiles a un grupo de niños malguaches, desconociendo por completo que se trataba de especies protegidas y cuya salida del país está penada en Madagascar .

Su pesadilla comenzó el 7 de julio, cuando fueron detenidos en el aeropuerto de la capital (Antananarivo) y amenaza con prolongarse hasta diciembre, fecha a la que se ha retrasado por segunda vez la vista de apelación de su sentencia. Una resolución que les impone un año de cárcel por tentativa de exportación ilícita de especies.

Su familia ha permanecido hasta ahora en silencio, temerosa ante las advertencias del cuerpo diplomático español de que la denuncia pública de la situación de los valencianos podría reportarles a Daniel y a Marta serias represalias en prisión, incluida la muerte. Pero la situación es insostenible y los familiares han decidido denunciar la situación. Ayer, tras sobornar a un funcionario de prisiones para lograr un teléfono, Marta pudo hablar con los suyos. Mostró su preocupación por el estado de salud de su esposo. «Pesaba 80 kilos y ahora apenas alcanza los 50», explicaba entre lágrimas Ana, una de las hermanas del valenciano preso.

Además de las cartas que periódicamente se envían, también Daniel -de 42 años- ha logrado ponerse en contacto en alguna ocasión con sus parientes. Una de sus comunicaciones quedó grabada en un contestador automático: «Me están dando a beber agua con barro y no pienso tomarla».

Sus familiares explican que el matrimonio ha sido víctima de la ignorancia. «Se fueron a Madagascar como de viaje de novios, porque tras siete años casados aún no habían podido hacerlo», indicó Marisol. «Los niños les ofrecían las tortugas y artesanía todos los días en la playa y ellos les compraban porque, si no, les seguían al hotel y allí los empleados les pegaban a los pequeños para que se fueran», explica Marisol.

Nada que ocultar

«Al llegar al aeropuerto, ellos abrieron las maletas en las que llevaban las tortugas y la artesanía, porque no tenían nada que ocultar, ya que no sabían que eran animales protegidos», señaló Enrique. El destino quiso que ese instante coincidiera con el regreso al país del presidente, Marc Ravalomanana. «Los aduaneros vieron entonces el momento de ponerse una medalla ante su presidente y este los tomó como cabezas de turco en su lucha contra el tráfico de especies protegidas», aseguran los familiares.

El juicio se realizó en una semana y la sentencia apenas unos días después, sin tiempo para preparar la defensa de los valencianos. Su familia comenzó a llamar a todas las puertas en busca de ayuda. Incluso contactaron con la jefa de secretariado del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. «Al final hemos sabido por el cónsul que el ministro ha enviado una carta a los gobernantes de Madagascar, pero eso es todo», lamentó Enrique. Y Daniel y Marta aún malviven entre rejas.