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Chávez levanta ampollas por su cita con las FARC

La presencia del presidente venezolano, Hugo Chávez, en la Cumbre Iberoamericana fue una vez más causa de polémica. En esta ocasión, al conocerse que el dirigente bolivariano se reunió el jueves en Caracas con Luciano Marín, alias 'Iván Márquez', líder de las FARC, para lograr un acuerdo entre el Gobierno colombiano y la organización rebelde para la liberación de rehenes.

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En su entrevista con Marín, Chávez consiguió arrancar al insurgente la promesa de que las FARC entregarán pruebas de supervivencia de los tres contratistas estadounidenses secuestrados, que fueron incluidos en la lista de 45 políticos, soldados y policías que los guerrilleros aspiran a canjear por cerca de 500 rebeldes presos. Por otro lado, la senadora Piedad Córboda pidió al presidente Álvaro Uribe que facilite una cita del presidente de Venezuela con el jefe de las FARC, Pedro Antonio Marín, más conocido como 'Manuel Marulanda' o 'Tirofijo', «porque con el sigilo y las precauciones que se requieren sería muy importante para el país».

En lo que a su intervención en la cumbre se refiere, Chávez hizo su habitual descripción catastrofista del neoliberalismo, de Estados Unidos y de su presidente, George W. Bush, y también arremetió contra «la manipulación» de los medios de comunicación norteamericanos sobre los disturbios en Caracas, un, a su juicio, falseamiento que merecería «la silla eléctrica» para sus responsables.

Aznar, un «fascista»

El presidente venezolano también sacó a colación otra de sus 'bestias negras' favoritas: José María Aznar. Calificó al ex presidente del Gobierno de «verdadero fascista con todas las letras», que recorre América Latina «pregonando» las bondades del neoliberalismo. No se quedó sin su ración de crítica el empresariado español y, en concreto, el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, al que acusó de apoyar el golpe de abril de 2002 que colocó a Chávez contra las cuerdas, ya que estuvo detenidos durante dos días. Díaz Ferrán mostró en un seminario su preocupación por la situación de las empresas españolas en Venezuela, lo que despertó las iras de Chávez. Fuentes del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero optaron por la mesura y pidieron el mismo respeto para las empresas españolas que el que tiene España por las venezolanas.