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LLEGADA. De la Vega y las azafatas liberadas recibieron con aplausos a los tripulantes en Torrejón. / EFE
ESPAÑA

«Lo peor fue la incertidumbre»

Los tres aviadores agradecen el apoyo recibido e insisten en que desconocían las actividades ilegales de la ONG francesa

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Agustín Rey, el piloto de la compañía Girjet, ya demostró de qué pasta estaba hecho cuando no se arredró ante las acusaciones de pederastia que el presidente chadiano, Idriss Deby, le echó en cara. Al decir de sus azafatas, se comportó como un «papá»que mantuvo el ánimo alto y evitó que desfallecieran. Volvió a demostrar su temple cuando el furgón policial les trasladó desde la base militar francesa en la capital chadiana al Palacio de Justicia el pasado 2 de noviembre: ayudó a bajar a cada uno de sus tripulantes, sin aceptar el menor desplante de los gendarmes. Ayer tenía la voz quizás una octava más grave.

Era una voz que había sufrido, pero que sonaba con una nitidez recién salida de un pozo, como recuperada, y eso a pesar de que su rostro revelaba sufrimiento, y el cuerpo se le notaba enflaquecido por las penurias. No en vano, «lo peor fue la incertidumbre».

Doble mensaje

El mensaje era doble, para los que estábamos allí y para los que estaban todavía lejos: «Estamos todos bien» y «queremos daros las gracias a todos, a toda España, a nuestros compañeros pilotos, a la prensa por vuestro apoyo. Si alguna vez un apoyo ha servido para algo esta vez desde luego que sí». Y frases entrecortadas que formaban un telegrama visual: «Simplemente, de verdad, daros las gracias, ha sido largo, estamos deseando llegar a casa». Y el alivio. Un alivio que se podía medir en la tarde extrañamente húmeda de Yamena en plena estación seca.

Fue Agustín González el que llevó la voz cantante, sostenido, casi como entablillado, entre sus dos subalternos, el copiloto Sergio Muñoz y el auxiliar de vuelo, quienes mostraron su deseo de «tomarse unas vacaciones», pero también su empeño «en seguir en esto», es decir, la aviación, aunque acaso ahora se lo tomen con más tino y examinen con redoblada cautela todo el papeleo de las buenas intenciones. En dos ocasiones negó Rey que supieran nada de las actividades ilegales de El Arca de Zoé: «No sabíamos nada». El comandante habló de sus dos compañeros de fatiga carcelaria y de las cuatro que volaron a España desde el mismo aeropuerto de la capital chadiana mañana hará una semana: «Estoy orgulloso de mi tripulación. Han hecho mucho más de lo que era su deber, como profesionales y como personas». Entre la mirada vigilante de la policía política, y la avidez insaciable de los ojos electrónicos, los tres aviadores, extraordinariamente elegantes para lo mal que lo habían pasado, fueron abducidos por la sala de autoridades.

Bernardino León destacó el papel jugado en la crisis por el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, el presidente el Gobierno, y las autoridades chadianas, que «siempre han estado al otro lado». Aprovechó para lanzar un elogio a su «independencia judicial», que había llegado «a la misma conclusión» que el Gobierno de Madrid: la inocencia de los acusados. En su visita de poco más de dos horas a Yamena, León se entrevistó con el primer ministro chadiano, a quien agradeció su intervención. Dijo también que habían recibido el apoyo de países amigos y que «en todo momento» habían informado de sus acciones al Ejecutivo francés.

Sensaciones

«Se acabó la pesadilla». Fue el auxiliar de vuelo Daniel González, quien mejor resumió ayer los 16 días vividos entre comisarías, cárceles y tribunales chadianos. El comandante Agustín Rey, que disimulaba su mala cara con palabras llenas de agradecimiento, y el copiloto Sergio Muñoz, dejaron ayer sin la menor pena la capital de Chad, después de que el juez de instrucción Dimnandengarti Ngardjimti les devolviera los pasaportes y decretara su libertad condicional. Se acabó la pesadilla. Era el mejor final para la encerrona en la que al parecer les metió la organización no gubernamental El Arca de Zoé.