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La victoria de Napoleón
Así se llama el primer jerezano en entrar y comprar en el centro comercial, tras esperar desde las seis de la mañana
Actualizado: GuardarLa gente estaba ayer tranquila, hasta que abrió la tienda de bricolaje, Compendium, alrededor de las diez de la mañana. Una multitud que se concentraba alrededor de la puerta, poco antes de su apertura, anunciaba lo que estaba a punto de ocurrir. Compendium había anunciado a bombo y platillo que regalaría un adaptador digital terrestre a los cinco primeros clientes que efectuaran una compra; un juego de altavoces a los 25 siguientes y un juego de tocadores para el cuarto de baño a los 300 posteriores.
Como suele suceder cuando se reparte ayuda humanitaria en otras latitudes, una avalancha de gente se lanzó, literalmente, a la carrera consumista y no faltaron empujones y codazos ante la atónita mirada de los dependientes, que tuvieron que calmar los ánimos de más de uno y echar atrás a otros que se colaban. «Estoy en la cola, estoy en la cola», gritaban numerosas personas provistas, aunque fuera, de unas simples pilas para recibir el regalo. «Llevo aquí desde las siete», vociferaban otros con evidentes signos de irritación. La locura colectiva se apoderaba de Área Sur en su primer día de apertura.
Pero de entre todos estos ciudadanos anónimos destacaba uno con nombre histórico, que ganó la batalla y se llevó el mérito del protagonismo, además de un adaptador digital. Napoleón Cazalla Corbacho, carpintero de profesión, llevaba desde las 5.50 horas de la mañana, cuatro más que la mayoría. «Cuando llegué aquí sólamente estaban tres vigilantes en la puerta de Área Sur», indicó a LA VOZ Napoleón, que tras aplicar sus tácticas de combate añadía triunfal que «he sido el primero en entrar, el primero en comprar y espero ser el primero en salir de aquí».
Según Napoleón, en su caso, los regalos eran únicamente una excusa, aunque comprar una caja de pilas y llevarse un adaptador es un magnífico cambio. «Es para mí una ilusión tremenda ser el primero en entrar en el centro comercial más grande de toda la provincia y ser el primero que recibe el regalo», manifestaba ante los medios de comunicación, ya más calmado, una vez superadas las tensiones de la cola en el establecimiento.
Su sensación es que «quedaré para la posteridad», como su histórico homónimo. Sin duda, no quedará registrado su apellido, como Bonaparte, en los anales de la Historia ni en los libros de texto, pero queda demostrado que todo el mundo tiene hoy en día derecho a ganarse sus cinco minutos de gloria.
Ahora, más relajado, este carpintero de 43 años podrá volver al centro comercial «con mi mujer, para disfrutar de este fenómeno», pero eso sí, un poco más relajado.