ANÁLISIS

Fuente suprema?

Sabido es que la red crece de forma exponencial, en absoluta libertad, con un complejo modelo de interacción totalmente democrático y hasta con una arquitectura compuesta por otros cientos de miles de subredes informáticas, en las que cada vez es más difícil el control o el intervencionismo de terceros.

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Tal es, sin duda, la base que ha facilitado el desarrollo exitoso de Wikipedia, una enciclopedia electrónica y libre, cuyo fundamento es la complicidad de los usuarios y, sobre todo, la abierta disposición para que esos mismos usuarios informen, copien, modifiquen o distribuyan los contenidos a su gusto.

Vistas así las cosas, parece evidente la bondad de un valioso instrumento de conocimiento que no sólo ha alcanzado ya más de ocho millones de artículos multilingües, sino que además se ha convertido en aspirante a integrar esa economía informacional que caracteriza este siglo. Ahora bien, una cosa es la popularización de un producto rentable que se asienta en la revolución de las tecnologías, y otra bien distinta que su contenido se acepte como fuente suprema del saber o, incluso, como exponente perfecto del buenísmo de unos usuarios que no siempre saben o actúan con objetividad. Además, no se olvide que el saber no es la lectura de una definición, sino el conocimiento profundo de las ciencias, las letras, las artes y otras muchas cosas más.