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SOMOS DOSCIENTOS MIL

¿Por dónde?

No descubro nada con la presente columna, pues reitero un tema sobre el que mi querido Director ya se pronunció en su columna del pasado domingo. Sin embargo, siguiendo un viejo aforismo jurídico que dice que: «lo que abunda no daña», no es malo insistir en el asunto, dada la enorme repercusión que su puesta en marcha puede traer a esta ciudad. Me refiero al tranvía, ese invento decimonónico que, básicamente, consiste en instalar por pleno centro de la ciudad un conglomerado de vías, postes, catenarias y demás elementos, a través de los cuales diversos vagones trasladarán a ciudadanos de un punto a otro de la ciudad. De hecho, la Junta Andaluza ya ha anunciado su magnánima inversión para la puesta en servicio de la que sería la primera línea de este tranvía que, como sabrán, unirá la pedanía de Guadalcacín con el Hospital mediante un recorrido aproximado de ocho kilómetros, incluyendo su paso por el centro de la ciudad, todo en menos de quince minutos.

ILDEFONSO CÁCERES
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¿Qué quieren que les diga? Haciendo un símil, hay un viejo chiste según el cual dos pescadores navegaban en su bote por alta mar, cuando de repente uno de ellos capturó a una hermosa sirena. Inmediatamente el pescador la soltó del anzuelo, devolviéndole al agua. Extrañado, su compañero preguntó: ¿por qué? La respuesta del otro pescador no se hizo espera: ¿por donde!

Y, precisamente, el por dónde es lo que más me preocupa de toda esta historia del tranvía. Jerez, no hace falta mayores comentarios sobre el tema, es una ciudad cuyos encargados políticos han complicado el tráfico hasta hacerlo realmente insoportable. Obras tales como la medianera construida en calle Sevilla han logrado lo que parecía imposible: que una obra realizada en beneficio del ciudadano, complique la vida a éste, transformando lo que era una amplia avenida, con aparcamientos en batería en ambas aceras y circulación fluida, en dos calles estrechas, congestionadas de tráfico y con aparcamiento residual. Si a ello añaden ahora la instalación de sendas vías para el tranvía, entenderán las reticencias de este cronista hacia el último dislate en el tema del transporte público.

A Jerez hace falta otro tipo de soluciones. Siempre he defendido que esta ciudad perdió una oportunidad histórica cuando se elevaron las vías del tren, contrariamente a la tendencia en todo el país donde el tren se soterraba. Aquí, nuestros políticos optaron por la grandiosidad del tren elevado y el catetismo de que todos apreciaran nuestras grandes obras. Si el tren fuera bajo tierra, Jerez contaría con una gran avenida que enlazaría la carretera de Medina con la salida hacia Sevilla por la Nacional. De paso, por el subsuelo, como han hecho nuestros vecinos de la capital gaditana, la ciudad se habría dotado de su primera línea de metro, que tendría un recorrido ambicioso, uniendo la zona de Vallesequillo con la de Hipercor, e incluso extendiendo el ramal hasta el Aeropuerto, pudiendo instalarse paradas en la propia estación de trenes, Parque de Bomberos o recinto ferial.

¿Pero no! La miopía de nuestros gobernantes es tal que los proyectos faraónicos priman sobre aquellos otros que pueden ser realmente útiles. Ahora, tal vez porque se ha puesto de moda en ciudades como Barcelona, Bilbao o Sevilla, Jerez quiere apuntarse al carro del tranvía, ignorando que ese medio de transporte, que quizás no contamine o no haga ruido, está siendo puesto en permanente entredicho en todas aquellas ciudades donde ha sido instalado. Problemas de vibraciones, de fachadas que se rajan, de motoristas que caen con las vías, incluso de descarrilamientos, como ocurrió en Sevilla a sólo tres días de su inauguración, nos obligan a ser muy cautelosos ante un medio de transporte que se quiere integrar por la fuerza de la modernidad en una ciudad que, ni por espacios libres, ni por amplitud de avenidas, ni siquiera por la fortaleza de los edificios lindantes al recorrido, se halla preparada para afrontar esta nueva aventura.

Así que antes de seguir con estos proyectos que al final pueden terminar durmiendo el sueño de los justos, junto a otros como las escaleras mecánicas para bajar a San Telmo (que nunca llegaron a instalarse), se hace preciso analizar a fondo el problema del tráfico en Jerez, no vaya a ser que simplemente con nuevas líneas de autobuses podamos darnos por satisfechos, dedicando la millonaria inversión del tranvía a otras necesidades como el paro, que buena falta hace.