Editorial

Primer vuelo a casa

El calvario que las azafatas españolas de Girjet llevaban sufriendo desde el pasado día 25 de octubre ha terminado después de que el presidente francés Nicolas Sarkozy se reuniese en Chad con su colega Idriss Déby y consiguiese traerlas de regreso junto a los tres periodistas galos atrapados desde hace 10 días. Este primer y afortunado desenlace no debe, sin embargo, hacernos olvidar que en Yamena quedan aún Daniel González, auxiliar de vuelo; y los dos pilotos de la aeronave Agustín Rey y Sergio Muñoz, para los que, en buena lógica, la Justicia de Yamena no debería plantear ninguna situación distinta a la que ha permitido la puesta en libertad de sus compañeras de vuelo.

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El monumental despropósito en el que ha terminado convirtiéndose una engañosa operación a la que los hechos están demostrando que el adjetivo de «humanitaria» le queda lejano, no debe tampoco hacernos olvidar que seis europeos se enfrentan a un delicado proceso judicial en un país cuyas garantías están lejos de los estándares de presunción de inocencia exigibles. Sarkozy ha dejado claro que su obligación es que sus conciudadanos sean puestos a disposición de las autoridades judiciales francesas -como permiten los acuerdos existentes entre ambos países- y debe, en ese sentido, encontrar todo el apoyo de Bruselas en su empeño, pero también tener muy presente que el fallo de las instituciones francesas a la hora de supervisar la actuación de esta irracional organización ha sido manifiesto.

Chad es un país que afronta desde hace años una complicada relación con el vecino Sudán a cuenta de la violencia que se vive en la fronteriza región de Darfur y la situación de los ciudadanos franceses, y por el momento también de los españoles, podría entorpecer el despliegue de la fuerza europea previsto para el próximo mes y en el que Francia asume un papel protagonista. Es evidente que la actuación de la organización El Arca de Zoé debe responder ante la Justicia por su irregular y denostable comportamiento pero sería un grave error de la Unión Europea arriesgarse a que el autoritario régimen de Chad retenga en su manga un as que seguro utilizará cuando considere más conveniente a sus particulares intereses.