Mediar para solucionar
La Asociación Andaluza de Mediación Familiar abre su sede en Jerez con un sólo objetivo: resolver conflictos
Actualizado:La Mediación Familiar es un término aún muy desconocido en Jerez, y que ni siquiera está regulado por el Gobierno andaluz -aunque se encuentra en proceso de remitir el proyecto de Ley de Mediación Familiar al Parlamento-. Mucho desconocimiento y desconcierto, que Paloma Pemán y Belén Díaz están tratando de superar. Y es que son responsables de la delegación que Amefa (Asociación Andaluza de Mediación Familiar) tiene en la provincia, y que está en Jerez.
«Un centro de Mediación Familiar consiste en poner de acuerdo a las partes de la familia que tienen un conflicto, que sea inherente», aseguran Paloma y Belén. Las personas que tienen un conflicto eligen a alguien para que les ayude a alcanzar un acuerdo, a través de una buena comunicación, «que es lo primordial».
Lo primero que deben hacer tanto Paloma como Belén, las mediadoras familiares, es analizar el problema y saber quiénes son los implicados en el conflicto, siendo necesario que estén dispuestas a colaborar. Además explican que antes de empezar un proceso hay que explicar a las partes qué es una mediación para que actúen de una manera completamente consciente. Una vez todo aclarado, trabajan a base de reuniones individuales o en conjunto de una hora u hora y media. Insisten en que durante la mediación las personas deben estar todo el tiempo de manera voluntaria, porque «a nadie se le obliga a la mediación». Paloma Pemán y Belén Díaz aseguran que «lo ideal es que este proceso termine con un acuerdo tanto entre las partes como con las mediadoras» y aclaran que la información que recaban es «absolutamente confidencial, incluso si existe un juicio no podemos declarar como testigos».
Los conflictos más habituales son aquellos derivados de las separaciones y los divorcios. Los profesionales de la mediación participan en ellos para que las dos partes puedan alcanzar un «buen entendimiento». Además, las mediaciones contribuyen a paliar los problemas de las diferencias intergeneracionales de los niños y adolescentes con sus padres. En la actualidad, Paloma asegura que «se están dando muchos casos de las familias reconstituidas», es decir, aquellas parejas que vienen de relaciones anteriores y que deciden vivir juntos cuando ambos tienen hijos con sus anteriores parejas. En el caso de los menores, la mediación debe tratarse con cautela. En principio, no se debe trabajar con niños menores de siete años y a los adolescentes es necesario saber llevarlos. Los problemas que más se tratan con los menores y con los jóvenes en edad conflictiva son aquellos relacionados con las tareas domésticas y del hogar. Así como, cuando existe una separación o un divorcio, las mediadoras deben explicar ciertas pautas para saber cómo se van a enfrentar a la nueva vida.
Belén Díaz asegura que es un trabajo «muy satisfactorio» porque es un proceso «corto» -en comparación con un juicio- y la mediación ayuda a que «ellos mismos arreglen un problema que tienen enconado en la familia. Además, «suele tener mayor grado de cumplimiento porque ellos son los encargados de ir estableciendo las directrices». La comunicación es la herramienta para que se establezcan soluciones aceptables. Paloma y Belén están de acuerdo en que los profesionales de la mediación «necesitan un empuje porque es muy buena fórmula, ya que se deja mejor sabor de boca si son las partes las que arreglan su propio conflicto».
La filosofía de una mediación es que «una familia que haya vivido un proceso mediador, haya aprendido a solucionar los conflictos». Por eso, si en el futuro vuelve a aparecer otro sean capaces de resolverlos sin tener que recurrir a profesionales, no deben ser dependientes. «Es eso, precisamente -argumenta Paloma-, lo que hay que evitar porque la familia tiene que valorar su capacidad para enfrentarse a los problemas y buscar las soluciones».
Ambiente acogedor
La sede de Amefa en Jerez presenta un ambiente muy acogedor para que los que acudan a estos servicios se sientan cómodos y tengan confianza: «No están en sus casas, y nosotras intentamos mantener las distancias». El lugar de las reuniones es una mesa de cristal, porque «de esta manera no sólo escuchamos lo que nos cuentan sino que podemos ver todos los movimientos que realizan, porque la comunicación no verbal también es muy importante. Por eso, no sólo «queremos saber qué dicen sino cómo lo dicen». Todos los detalles son fundamentales para el proceso de la mediación.