EL MAESTRO LIENDRE

Los últimos en enterarse

Tener razón, llevar la razón, es algo que crea una adicción tan potente en el ser humano que casi todo el mundo lo prefiere al sentido común, al utópico acercamiento a la verdad y, sobre todo, al bien común. Esta semana tan triste lo ha demostrado. Antes de que fuera pública la sentencia del mayor atentado sufrido jamás en España, el de ese jueves en el que la gente lloró por una vez viendo los informativos, casi todo el mundo sabía ya que iba a tener razón. El mecanismo consiste en coger una parte, la que interesa para mantener la opinión propia, e ignorar todo lo demás: la duda, el desconocimiento, la ambigüedad, el error, la rectificación, la buena fe... Es muy fácil.

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Sólo hay que utilizar la razón propia como un martillo pilón y golpear con ella sin escuchar nada más. Los que creen que Irak y Al Qaeda -que son casi todos en la calle- se reafirmaron en su intuición. Los que creen que hay algo más, todavía lo tienen más fácil porque en una tragedia de tales dimensiones las incógnitas siempre serán de igual tamaño.

Los que admiten su incapacidad para saber más y confían en la Justicia que pagan, resultan los más cuerdos. Los que han tratado de utilizar tanta muerte inocente para defender sus intereses políticos o empresariales, de cualquier signo, sólo demuestran hasta dónde ha llegado la mezquindad cainita por aquí. Los frívolos ciudadanos -más de los que parece- que han convertido tamaña brutalidad en un juego del tipo «voy a leer y a debatir todo lo que pueda sobre este asunto, en plan magnicidio de Kennedy», sólo merecen un grado de asco algo menor.

A ver si a partir de mañana, todos se dedican a otra cosa, dejan a los familiares con su dolor a cuestas y se afanan en tratar de impedir que vuelva a suceder... si saben.



El 'Yuyu' del PSOE



De vuelta a Cádiz, llama la atención el rebote del PSOE gaditano por el frustrado uso del Oratorio de San Felipe Neri como epicentro del Bicentenario de la Constitución del 12. La primera, en la frente. De todas las reacciones recientes, llama la atención la de Pérez Peralta, en la que acusa al «sector más rancio» de la sociedad gaditana de boicotear el entendimiento. Como si fueran tenores de aquella chirigota del Yuyu (Los últimos en enterarse), los socialistas gaditanos descubren ahora que algunas de las fuerzas más conservadoras, reaccionarias y seborreicas de la capital gaditana han ganado terreno en todos los apartados. Con ese comentario, Chiqui parece ignorar su compartida responsabilidad en esa situación.

Las fuerzas políticas se comportan como el agua, que ocupa todo el espacio vacío. Si se deja un hueco libre, alguien, o algo, viene a ocuparlo. El PSOE ha dejado más, y más, espacios desde 1995. Sin parar. Quizás los rancios -como sinónimo de manidos y antiguos- no estén sólo en esas oscuras fuerzas ultramontanas (pequeñas pero insistentes, porque haberlas...).

Muchos gaditanos confiaban en que los socialistas, u otras formaciones, les plantaran cara para obtener un saludable equilibrio político, pero no han querido, ni han sabido, durante más de diez años. Hasta tal punto llega su rancio deterioro, que la única esperanza entre los afines a su ideario era esperar el milagro de un concejal más en Izquierda Unida... para que el legítimo duelo fuera de mil contra siete. Si los rancios del PSOE hubieran dejado paso, hace un lustro, a una quinta nueva, ilusionada e ilusionante, quizás podrían competir democráticamente con los otros rancios, ésos a los que ahora resulta tan fácil culpar. Como dice una brillante periodista gaditana, a todos ellos les queda una última oportunidad: «O facilitan que la gente de 40 años mande en esta ciudad en 2012 ó Cádiz no tendrá remedio». Es una teoría. Cada vez más fácil de creer. Igual tiene razón (que es algo muy deseable, aunque no se sabe si útil).



Los puntos ciegos



Hablando de los últimos en enterarse, resulta hasta indignante que las administraciones públicas se declaren espantadas por el nuevo incremento de víctimas en el tráfico. ¿Es que no veían a tanto cafre violento, agresivo y negligente -no sólo jóvenes- sobre un ciclomotor o un coche? ¿De verdad no sabían que conduce tanta gente drogada como borracha? ¿De veras no saben que hay miles que van borrachos además de drogados? Si no se supo educar a varias generaciones, queda la derrota de la represión. En las carreteras no se ve.

En Cádiz, por fin, ha reaparecido la Policía Local. Llevaban unos tres años tomando café, todos, a la vez. A ver si nos salvan de los malos aunque nos casquen alguna multa a los demás. Y que llamen a la Guardia Civil.