Cartas

Buena educación para los adolescentes

Va para ti, querido/a adolescente, tú que me haces temblar cuando te veo arrojar un papel al suelo a 25 centímetros de una papelera. Tú, que entras en el bus, cascos de mp3 en los oídos, y ni siquiera saludas al chófer que te está mirando. Tú, que con tus modales refinados profieres palabras malsonantes mientras paseas con tus colegas. Tú, que tan grande como eres te comportas como un crío cuando te jactas en voz bien alta de fumar porros los fines de semana. Tú, mi admirado chaval, mi admirada chavala, que pretendes, deseas y crees ciegamente que el mundo gira alrededor de tu ombligo pero que no quieres saber nada que no sea sobre ti mismo. Tú, que como adulto que crees ser sólo utilizas el móvil para gastar el saldo que tus padres pagan. Tú que rebosas felicidad y también mal humor hacia los más próximos porque crees que no te tratan como te mereces, pero a los que no demuestras responsabilidad. Tú que consideras que echarte del instituto por haber faltado al respeto a un tutor es una chorrada.

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Como adolescente que he sido no hace mucho, como estudiante, joven y transgresora, me muero de la vergüenza y del miedo al verte, a ti, que eres el futuro de mi existencia. El fallo no es sólo de tus padres, como crees, es también tuyo por no saber distinguir lo bueno de lo malo. Vaya mi enhorabuena a los adolescentes que, simplemente, saben serlo, porque a ésos les espera el campo de las oportunidades. Me queda el consuelo de que no todos sois iguales. Menos mal.