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YAMENA. Algunas de las españolas, a su llegada a los juzgados de la capital chadiana.
ESPAÑA

«Estamos jodidísimos»

Una de las azafatas detenidas en Chad muestra su desesperación tras el interrogatorio del juez

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TRAS penar en cárceles argelinas y españolas del siglo XVI, Miguel de Cervantes escribió que prisión es el lugar «donde toda incomodidad tiene su asiento». En un receso de los interrogatorios a los que ella y sus compañeras fueron sometidas ayer en el tribunal de apelación de Yamena, la capital de Chad, la azafata Sara López expresó con menos circunloquios el calvario que están atravesando: «Estamos jodidísimos».

A las diez de la mañana de un tórrido sábado de noviembre llegó ante la corte de patios de tierra y árboles frondosos una furgoneta azul con diez de los detenidos el pasado 25 de octubre a punta de fusil en Abéché, al este del país, junto a la frontera con Sudán, por supuesto tráfico de niños. El juez de instrucción dedicó toda la jornada a interrogar a las cuatro españolas que forman parte del avión de la compañía Girjet contratada por la organización no gubernamental francesa El Arca de Zoé para trasladar a 103 niños a Francia, además de a tres periodistas franceses y dos ciudadanos chadianos.

Para ir al servicio, los detenidos han de salir por la puerta principal escoltados por cuatro soldados, alguno armado con kaláshnikov. En una primera tanda, una de las azafatas aprovechó para pedir a los periodistas españoles allí apostados: «Daros prisa, por favor». Tenían buen aspecto, aunque estaban ojerosas. Media hora más tarde fue otra azafata, Sara López, vestida todavía con el chaleco rojo de su uniforme, la que hizo lo mismo que sus compañeras de cautiverio. En el camino de ida a la 'toilette' no pudo ser más explícita: «Estamos jodidísimos».

Condiciones infrahumanas

En el camino de vuelta, entre dientes, mirando al suelo, pudo comentar a pesar de la escolta armada: «Estamos en condiciones totalmente infrahumanas, y tenéis que hacer algo ya, por Dios». A la pregunta de si les estaban ayudando, dijo: «No, no están haciendo nada. No puedo hablar más». El angustioso llamamiento tuvo como resultado que la hasta ahora más bien esquiva delegación diplomática española enviada a Chad se esforzara por contar sus desvelos a favor de los detenidos.

«Estamos haciendo todo lo humanamente posible» por los detenidos. La embajadora en Camerún, María Jesús Alonso (en Yamena no hay legación diplomática), anunció ayer que el cónsul Vicente Más había podido reanudar las por la tarde las visitas consulares interrumpidas desde el traslado de los inculpados desde Abéché a la capital. Más obtuvo luz verde para penetrar en la tenebrosa 'Casa de Detención' (cárcel) de Yamena, «tranquilizarles, llevarles material de aseo, ropa y comida, y asegurarles que se están tomando todas las medidas posibles. Mantenemos toda la presión que podemos, pero sin interferir en su sistema judicial, porque podría ser considerada una intromisión», declaró la embajadora en Camerún.

La misión diplomática participó, junto a la compañía Girjet y los familiares de los detenidos, en la elección de un abogado local prestigioso -Jean-Bernard Paradé- para que se encargara de la defensa, y se aseguró de que los siete compatriotas contaran con un intérprete. El abogado estuvo presente en los interrogatorios y a última hora anunció que mañana se celebrará un careo por un lado entre las azafatas y el líder de El Arca de Zoé, y posteriormente con este y los periodistas. En función de ese careo, el fiscal podría cambiar la calificación del caso y las inculpaciones y las azafatas y los periodistas podrían ser puestos en libertad mañana o al día siguiente. Aunque los diplomáticos mantienen la «presunción de inocencia» para el comandante Agustín Rey, el copiloto y el asistente de vuelo, su situación, como para los miembros de El Arca de Zoé, parece más enrevesada.

Guantánamo le llaman a la zona de alta seguridad de la prisión de Yamena a la que el viernes fueron trasladados en un avión de carga de la Fuerza Aérea chadiana desde Abéché los implicados en el caso de los falsos huérfanos necesitados de asistencia médica. Aunque comparten módulo con los condenados a la pena de muerte, los españoles y franceses no tienen que sufrir el hacinamiento de los cautivos y preventivos chadianos: en vez de casi veinte por celda, en el caso de los europeos en cada habitáculo de 9 x nueve metros (baño aparte, y colectivo) duermen cuatro o cinco.