Arriba el periscopio
El submarino emerge de las profundidades con su victoria en el derbi Dos goles de Paz permiten respirar al Cádiz y ratifican a Antonio Calderón
Actualizado: Guardar¿Cuánta sonrisa dibujada en las caras! Alegría desbordada. Carranza, sumido en la tristeza desde hace dos meses, recupera la felicidad de antaño y de nuevo gracias a su querido y misericorde vecino. El Cádiz, ese equipo acostumbrado últimamente a repartir disgustos y penas cada siete días, hizo borrón y cuenta nueva. Adiós Baldasano, hola Muñoz. Comienza una nueva era y de la mejor forma, con una victoria que trasciende más allá de lo meramente deportivo.
El triunfo ante el Xerez permite salir inmediatamente de los puestos de descenso, recuperar la autoestima y la confianza, ratificar al entrenador, rescatar a la afición que ya ha olvidado las demás afrentas y desemponzoñar un ambiente crispado y un sinfín de cosas más.
Algo más que tres puntos
Un botín inmejorable, no son sólo tres puntos. ¿Y cómo se lograron? Con apuros y sufrimiento, por supuesto, pero también con arrestos, empuje, unión e identidad. Y con las ayuditas de Porato, que desniveló la balanza en esos primeros compases y no maquilló su actuación con las últimas intervenciones.
Al margen de un estilo de juego, Calderón ha imprimido carácter a sus jugadores. Le ha explicado cuatro cosas, muy sencillitas para que no haya malentendidos ni la cabezas echen humo. Tras ajustar la estrategia, hay que correr, presionar, tocar rápido y no meterse en líos en tu propia parcela. Cumpliendo con eso nada más ya hay mucho ganado. Luego debe aparecer la calidad y el talento de las estrellas, como Lobos, Rivas o Abraham Paz.
El equipo amarillo saltaba al césped al galope, como una moto, de lo que tanto presumen en Jerez. Liderados por Lobos, los capitalinos atrincheraban a su enemigo, con un fútbol impreciso pero vertiginoso. Uno vivo y el otro dormido. Prueba de ello el primer tanto. Gustavo López saca el córner en corto para Lobos, que sólo penetra en el área y centra al segundo palo, encontrando el remate soñado de Paz. El cuero se colaba entre las piernas de Porato y el marcador se estrenaba a los siete minutos.
El Cádiz, inconformista
El Cádiz no se conformaba y seguía achuchando, gracias a que el astro argentino por fin deslumbraba en la media punta. Por la banda, hacía correr a Vella pero el centro de Nano no encontraba rematador. En el bando rival, el Xerez se apoyaba únicamente en sus dos torres, Míchel y Yordi, y reducía su juego al famoso patadón y tentetieso. El isleño daba el primer susto con una tijereta que lamía el palo de Contreras.
Lobos proseguía con su recital y enviaba a la madera un buen disparo desde fuera el área, si bien Yordi ponía inmediatamente a prueba al meta amarillo. Parecía un intercambio de golpes, pero eran los locales los que aterrorizaban más con sus incursiones.
El mazazo definitivo venía a cuenta de una acción de estrategia. Enrique centraba desde el lateral con una buena rosca y Porato hacía el resto, dejando en bandeja de Paz el segundo tanto.
El gol espoleaba a los jerezanos y sacaba lo mejor de los azulinos. Míchel estrellaba una hermosísima volea en el palo y Calvo lanzaba una falta lejana, preludio del tanto, que se perdía por muy poco. La alegría gaditana se tornaba en pavor. El recorte de diferencias se veía venir. Y sería Míchel quien le pondría nombre, aprovechando una cantada de un Contreras descentrado a causa del fuerte viento.
El silbido del árbitro era lo único que llevaba la tranquilidad a la grada. Una tregua de quince minutos para reflexionar y estudiar la manera de frenar a los xerecistas. Los centrales, aunque seguros, se las tenían tiesas con los dos titanes, y los laterales mostraban demasiada inseguridad.
Y Calderón daba con la tecla. El descanso había servido para reponer fuerzas y de nuevo el amarillo se imponía sobre el azul. Porato daba por fin la de cal haciéndole una gran parada a Lobos. Míchel, otra vez, respondía con una volea que era interceptada a tiempo por De la Cuesta. El Cádiz presionaba y el Xerez iba muriendo poco a poco, con desgana. Ya no ofrecía nada. Sólo Yordi le ponía corazón pero no le llegaban balones. Por parte local, Nano sustituía al desafortunado Gustavo López y centraba el foco de atención con su irregular actuación.
El Xerez no lo había conseguido, pero el tiempo sí. El crono se acercaba al final y la grada se acordaba del último sábado en Elche. Lobos y Pavoni, con una media chilena, tenían la sentencia en sus botas pero optaban por el sufrimiento. Porque así sabe mejor. Fortalece el grupo y lo aleja de divismos, el gran achaque de los últimos años. Por aquí se empieza.