López Ramos recupera la visión andaluza de Ehrenburg
El autor plantea en un ensayo cómo el intelectual soviético supo retratar como nadie los problemas de la II República Unido a las vanguardias, fue un observador de la provincia
Actualizado:Tal vez porque la distancia procura nitidez, no hay mejor retrato que el foráneo, que la mirada que toma distancia y mira sin apegos, a veces un extraño sabe captar como nadie la esencia de los problemas, los orígenes del genio, las razones del desastre. Carlos Manuel López Ramos había indagado durante años en la figura de uno de estos observadores, de una mente clarividente capaz de describir la Europa de su siglo y vender al mundo las beldades del comunismo. Ilya Ehrenburg (1891-1967) fue el embajador cultural de la Rusia Soviética y el retratista de la España de la incipiente II República, un cronista y viajero capaz de desnudar una imagen de Andalucía, de sus gentes y provincias, que nada tenía que ver con la visión folklórica de los románticos y que ponía sobre la mesa algunas de las claves de los conflictos venideros. La Andalucía de Ehrenburg, publicado por la Asociación Cultural Barataria y el Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial, acerca a lector el resultado de estos trabajos.
«Empecé a trabajar en la figura de Ehrenburg alrededor de mediados de los setenta. Me documenté sobre la Andalucía que aparecía en sus obras, en sus crónicas periodísticas y literarias. En 1932 escribió España, república de trabajadores, libro en el que recogió sus impresiones sobre la II República y sobre el país en general, con una especial importancia a Andalucía y a la provincia de Cádiz», asegura este investigador que dice estar totalmente volcado en su labor literaria desde que en 2001 dejara definitivamente la política.
Conectado con el París de las vanguardias y amigo de personajes como Picasso, Apollinaire o Diego Rivera, Ehrenburg volvió a la URSS tras la revolución de octubre y, «a pesar de no entenderla demasiado bien», supo, en palabras de López Ramos, «acomodarse a la situación, como un camaleón». «Ehrenburg supo guardar su alma en su armario a pesar de que nunca se afilió al Partido Comunista. Fue muy respetado y Stalin lo envió como embajador cultural para dar la cara amable de la URSS que no se correspondía para nada con la realidad. Él aceptó a cambio de tener libertad para moverse por Europa y, sería en uno de esos viajes, en los que visitó España, una tierra con la que siempre estuvo especialmente unido. En este sentido puede decirse que su historia es un manual de supervivencia», añade el autor que durante años dejó los materiales de este ensayo en un cajón.
«Siempre supe que tenía que escribir algo pero no fue hasta hace un año que me decidí. Esa tardanza ha beneficiado a la obra ya que en estos años se han desclasificado muchos papeles y archivos de la KGB en los que se arroja luz sobre la figura de Ehrenburg y su personal relación con el régimen comunista», apunta antes de afirmar que de haberse escrito hace 25 años este libro llegaría a «conclusiones diferentes».
Imagen de España
Según López Ramos, Ehrenburg, Bajo las directrices de la II Internacional, «habla con distancia de una república de pequeños burgueses que no tienen demasiado claro el sentimiento obrero». «Su testimonio es el de la extrema izquierda pero en él y, salvo matices que tienen que ver con imprecisiones propias del foráneo, su análisis es muy certero».
Con un capítulo dedicado a la ciudad de Jerez y especial atención a la provincia, Ehrenburg se empapa de los problemas sociales de un territorio muy señalado en lo que a política sindical se refiere. «Él se entera de las huelgas, de las reacciones de los republicanos contra los obreros y los sindicatos y proyecta una visión muy crítica que entronca con la que plantean desde aquí los sectores de la extrema izquierda».
«Es una visión muy lúcida que pone el dedo en la llaga de las debilidades de la II República y que pusieron sobre la mesa meses después cuando crecieron y tuvo lugar el golpe de Estado», asegura López Ramos.