Todos contra el PKK
Si hubo alguna vez un movimiento político-guerrillero en dificultades, ese es el Partido de los Trabajadores del Kurdistán hoy: no ha podido digerir la captura de su líder Abdulá Öcalan en 1999 y su causa sobrevive físicamente en un montañoso reducto entre Irak e Irán y políticamente en la tempestad de la guerra de Irak y las necesidades del régimen autónomo kurdo-iraquí.
Actualizado:La fórmula utilizada ayer en Ankara por Condoleezza Rice, según la cual «los Estados Unidos, Turquía e Irak repelerán cualquier ataque del PKK descrito como una amenaza común» es de manual y hasta podría ser endosada por el vecino oriental, el Irán, que tiene a raya a los militantes del PKK y a esa especie de versión iraní activa y reciente, el PJAK.
Esto cierra el círculo de los intereses geopolíticos de los actores regionales. El informado Seymour Hersh escribió antes del verano en The New Yorker que el PJAK podría ser, sin más, una punta de lanza norteamericana contra Teherán. Por si acaso, la artillería iraní bombardeó hace poco sus bases sin entrar en el Kurdistán iraquí.
Eso es un dato básico: las bases del PKK y del PJAK son aledañas, porque las montañas Kandil son la frontera entre Irak e Irán y mientras unos valles caen hacia el sur y el oeste los otros dan a territorio iraní. Lo que significa que la guarida del PKK y su miniestado está muy lejos de la frontera turca, a más de 100 km, lo que complica militar y políticamente las cosas.
Mientras Rice se veía en la capital turca con el primer ministro Erdogan y el presidente Güll, el jefe del ejecutivo kurdo-iraquí autónomo, Nechirvan Barzani declaró que la acción del PKK es inadmisible y no ayuda a la causa kurda.
El PKK no tiene ni los medios ni el cuadro político para reactivar sus ataques contra Turquía que está en su mejor momento. Cuando Bush reciba el lunes en Washington a Erdogan, el asunto estará bajo control, sobre todo si los soldados turcos prisioneros del PKK son liberados, como sería inteligente. El PKK deberá esperar.