La Glorieta | Qué razón tienes Pepe
Sin ánimo de establecer una especie de relación epistolar, a través de nuestras respectivas columnas de opinión, con mi colega articulista José Monforte -Pepe, me van más los cara a cara y con un buen Rioja de por medio-, voy a rescatar de la hemeroteca su último artículo titulado La Injusticia y en el que coincidía conmigo en la indignación que produce comparar dos decisiones judiciales como son la prisión preventiva para ese pobre italiano que sigue en la cárcel por TRATAR de agredir supuestamente a la alcaldesa, y el bestia que se pasea por la calle con aires chulescos después de haber golpeado, vejado y amenazado a una menor ecuatoriana; y que encima fue tan torpe de hacerlo delante de una cámara de seguridad, la cual ha dejado un terrible testimonio que debería hacernos reflexionar sobre los monstruitos que entre todos estamos engendrando en esta sociedad.
Actualizado: GuardarPero mi referencia al artículo de Monforte se debe a su comentario sobre esas otras patadas que se dan con pies enfundados en zapatos Martinelli, que se apoyan en los suelos de dignísimos despachos y que ejercen una violencia fina, sin insultos ni heridas, pero que termina por destruir, como si de una muerte lenta se tratara, a la víctima de turno. Ya es hora que dejemos de analizar los abusos que a diario se cometen en los trabajos, en las relaciones personales, en los encuentros esporádicos o en cada situación injusta a la que no se pone remedio porque a la clase política le da miedo meterle mano a los que realmente mueven los hilos de este dolorido mundo. Ha llegado la hora de que el ciudadano se conciencie de que cada vez que calla, mira para otro lado o lo que es peor, colabora ejerciendo de chivato o ejecutor de decisiones intolerables, sólo ayuda a ponerles las cosas más difíciles a sus hijos. Bonita herencia.