Crisis a reconducir
La visita que el próximo lunes realizarán los Reyes a Ceuta y Melilla debería entenderse como un viaje que forma parte de las tareas propias de la Corona española. Los Monarcas realizan periódicamente tales desplazamientos para mantenerse en contacto con la realidad del país, y no ha de extrañar que hayan incluido a las dos ciudades autónomas en sus itinerarios, respondiendo así al deseo expresado por las instituciones de ambas. Podía ser previsible que, tras el anuncio de la visita y a medida que se acercara la fecha señalada, Marruecos fuera mostrándose cada vez más crítica. Pero el anuncio de que, por indicación de Mohamed VI, el embajador en Madrid era «llamado a consultas por tiempo indefinido» representó ayer un deplorable salto a una crisis diplomática de calado. El entramado de intereses comunes que une a los dos países, incluida la buena relación entre las dos casas reales, ha sido insuficiente para que la protesta marroquí no pasase de las palabras. Sin duda a ello contribuye la concepción absolutista y sublimada que de la Corona y del papel político de sus visitas se tiene en Marruecos, bien distinta a la de su percepción en cualquier país occidental con monarquía parlamentaria.
Actualizado: GuardarMarruecos reivindica su soberanía sobre las dos ciudades autónomas españolas sin una base histórica ni título de legitimidad alguno. Se trata de una reclamación perenne que sirve a sus mandatarios para graduar a su conveniencia la imagen de un enemigo exterior y distraer la atención de la opinión pública de los problemas domésticos. Pero, aun así, el régimen de Mohamed VI debe entender que sus aspiraciones territoriales en ningún caso lo facultan para entrometerse en la agenda interior del Estado español y de su Corona. Las relaciones entre los dos países son complejas y sufren periódicas tensiones y crisis, debidas al distinto grado de desarrollo político, económico y social de uno y otro, dado que entre ambos se dibuja la frontera económica con las desigualdades más pronunciadas del mundo. Ceuta y Melilla son importantes focos de prosperidad para el desarrollo económico del Norte de Marruecos. Pero estas ciudades solo se convertirán en ejemplo del fortalecimiento de la cooperación económica y social entre España y Marruecos si los mandatarios del país vecino abandonan la estéril táctica del agravio simbólico. España debe contribuir al desarrollo económico y a la evolución hacia la democracia de nuestro más importante vecino del sur. De ahí que sea imprescindible reconducir la crisis hacia un clima de mayor serenidad. Aunque impidiendo, en todo caso, que la indignación mostrada por el régimen marroquí acabe menoscabando la dignidad que legítimamente podemos reclamar los españoles y, más concretamente, los ceutíes y melillenses. La visita de los Reyes a las dos ciudades autónomas debe continuar siendo un asunto interno. Es de desear que en los días que restan para el viaje Marruecos no ahonde en la crisis que ha provocado con su decisión de ayer. Pero sobre todo es imprescindible que ésta acabe real y formalmente, si no antes, cuando menos al término de dicha visita.