Más limpio que el jaspe

Dicen que Jerez es una de las ciudades donde más se ensucian los coches. Debe de ser por aquello del viento de levante, que cuando sopla levanta tierra hasta convertir a la ciudad en una especie de tormenta del desierto. La carestía de aguas frecuentes que mantengan las chapas relucientes o las continuas obras que también participan en el polvo generalizado, son otras de las cuestiones a tener en cuenta. Jerez da mucho trabajo a los abnegados chóferes que a cada momento deben de estar repasando el coche para que esté en perfecto estado de revista.

Las gasolineras y establecimientos especializados en lavados de autos están en constante ebullición cuando llega el fin de semana. Parejas de jóvenes, padres con los pequeños que también ayudan o una señora que acaba de hacer la compra aparecen en el tren de lavado. «Como ves, el coche es oscuro y se le pega el polvo que da gusto», sentencia un joven que frota la chapa con un trapo seco. Una chica está dentro limpiando el parabrisas con los restos de periódico. Lástima que el trabajo diario se vea finalmente estrellado contra un cristal. Pero lo que nadie puede dudar al paso del tren de lavado es que está quedando tan brillante como la capa del mar al atardecer.

Más allá se encuentra un señor que le pega fuerte al agua a presión. Una paliza auténtica a los bajos y a las cubiertas. A tenor del interés puesto por el señor, el coche quedará tan limpio como el Fórmula Uno del Alonso.

Los más limpios

Cada compartimiento lleva su propia historia. Un lavado semanal para que luzca como si saliera del concesionario. A tenor del éxito de los trenes de lavados en la ciudad, se puede afirmar que los coches jerezanos son los que más se ensucian en kilómetros a la redonde pero también los que más se cuidan y miman. Y dejamos atrás los servicios de limpieza a mano que merecerán, cuando llegue su momento, su capítulo aparte.