Marruecos llama a consultas a su embajador en España por la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla
El Gobierno español descarta adoptar una medida similar y confía en que la «extraordinaria» relación fomentada por Zapatero sirva para salvar la crisis La sanción diplomática, ordenada por Mohamed VI, se mantendrá por «un periodo de tiempo indeterminado»
Actualizado: GuardarLa primera visita de los Reyes a Ceuta y Melilla, prevista para los próximos lunes y martes, ha desatado una inesperada crisis diplomática entre España y Marruecos. El Gobierno del país vecino decidió ayer llamar a consultas a su embajador en España, Omar Azziman, en señal de protesta por lo que considera una «lamentable iniciativa». La reacción cogió con el pie cambiado al Ejecutivo que, apenas unas horas antes, había manifestado a través de la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, su convicción de que el episodio no enturbiaría la «extraordinaria» relación entre ambos.
Es la primera vez que José Luis Rodríguez Zapatero tiene que hacer frente a un problema de esta índole. El presidente del Gobierno ha puesto siempre un especial cuidado en no ofender a Marruecos porque considera que puede desempeñar un papel fundamental para la estabilidad político económica del área mediterránea. Su primer viaje internacional, nada más llegar a La Moncloa, estuvo de hecho encaminado a reconducir las maltrechas relaciones entre Rabat y Madrid, heredadas de José María Aznar. Ahora se abre una brecha de consecuencias indefinidas, con la que el Ejecutivo no contaba.
En su comunicado, el Gobierno de Marruecos señala que la sanción diplomática, ordenada por el propio Mohamed VI, se mantendrá por «un período de tiempo indeterminado». Tras conocerse este anuncio, el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, Miguel Ángel Moratinos, contactó con su homologo marroquí, Taieb Fassi Fihri, según informaron a Europa Press fuentes de Exteriores.
Carácter informativo
Según estas fuentes, tanto Moratinos como Fassi Fihri, «esperan que este gesto se pueda superar» y que la llamada a consultas, «un uso diplomático que no es excepcional», «tenga carácter informativo». En todo caso, según las fuentes, el Gobierno español «descarta totalmente» adoptar una medida similar y llamar a consultas al embajador en Rabat.
Desde Exteriores se insiste en la «profundidad estratégica» de las relaciones entre los dos países y se confía en que esto «permita sortear cualquier problema». «España y Marruecos tienen unas relaciones estupendas y privilegiadas y confiamos en que sigan siendo así», señaló un portavoz de Exteriores.
Por su parte, la vicepresidenta afirmó en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros que el viaje que tanto ha encendido los ánimos de Rabat, para quien Ceuta y Melilla es territorio ocupado, se enmarca en la «normalidad institucional» y responde a una «larga demanda» de las dos ciudades autónomas, que esperan con anhelo la primera visita de don Juan Carlos y doña Sofía en su reinado. Con este argumento, defendió que «el respeto y el afecto mutuo» que se profesan España y Marruecos no deberían verse «empañados» por las «diferencias» en torno a la soberanía de los enclaves africanos.
Las visitas de los dignatarios españoles a estos territorios siempre han generado conflicto, tanto que ni Leopoldo Calvo Sotelo ni Felipe González se atrevieron a poner en ellas un pie. Sí lo hizo Adolfo Suárez. José María Aznar las visitó, pero no en calidad de presidente del Gobierno, sino como líder del PP, en campaña electoral. José Luis Rodríguez Zapatero dio esta legislatura un paso al frente, en parte para contrarrestar el mensaje de que con su Gobierno se resquebrajaba España. El viaje fue calificado de «inoportuno» y «deplorable» por las autoridades marroquíes, pero el conflicto no fue a mayores.
El Ejecutivo confiaba que, en esta ocasión, también se salvarían los muebles. La única vez que se había proyectado un viaje de los Monarcas a las ciudades autónomas fue en 1997, un año después de que los populares llegaran al Gobierno, con motivo del quinto centenario de la fundación de Melilla. Entonces, la presión del reino vecino sirvió para que don Juan Carlos desistiera. Los socialistas defienden ahora que «las decisiones sobre las visitas de los Monarcas a las ciudades españolas se deciden en España»y, según la secretaria de Relaciones Internacionales, Elena Valenciano, confían en que la buena sintonía entre Zapatero y Mohamed VI («las mejores relaciones de las últimas décadas») sirvan para superar el bache.
El jueves, el portavoz del Gobierno marroquí, Jalid Naciri, advirtió de que existen «líneas rojas relativas a la integridad territorial de Marruecos que no deben ser traspasadas» y que «nuestros amigos españoles deben comprenderlo». El Ejecutivo marroquí espera que esta visita «no tenga consecuencias negativas» sobre las relaciones bilaterales, agregó Naciri.
En esta batalla, en todo caso, contará con el respaldo del PP. Según fuentes gubernamentales, Mariano Rajoy fue informado de este viaje histórico el pasado lunes por Zapatero en una conversación telefónica. Y no puso reparo. El secretario general del partido, Ángel Acebes, remarcó ayer que Ceuta y Melilla son ciudades con un fuerte sentimiento de españolidad y aseguró que la visita de los Reyes ha generado «gran ilusión» entre sus ciudadanos.