ESPAÑA

«Al final, los malos tienen más privilegios que el resto»

Una pareja de la Policía Nacional custodiaba ayer la entrada de la habitación en la que estaba siendo alimentado por la fuerza el preso de ETA Iñaki Bilbao. Junto a la habitación del terrorista se encuentran los pacientes ingresados en la tercera planta del Clínico de Puerto Real. El preso está aislado en un módulo especial con el que el centro hospitalario cuenta para reclusos enfermos. Instituciones penitenciarias se ha ocupado esta vez de que no se filtren imágenes del terrorista en huelga de hambre, las fuertes medidas de seguridad establecidas en el perímetro de la habitación han evitado que el etarra publicitase su desnutrición al igual que lo hiciera Iñaki de Juana el año pasado. La presencia policial y las páginas de los periódicos habían alertado al resto de enfermos, que comparten planta con Bilbao, que en el interior de la primera puerta de uno de los pasillos estaba siendo alimentado a la fuerza un violento asesino.

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El terrorista está condenado por asesinar a un concejal y amenazar de muerte a varios jueces de la Audiencia Nacional. Bilbao ha mantenido la huelga de hambre diez días, el pasado 23 de octubre se negó a ingerir alimentos y líquidos «en defensa de Euskal Herria». Una autorización judicial ha permitido a los facultativos obligar a comer al terrorista.

Según ha informado Instituciones Penitenciarias a LA VOZ en estas circunstancias el estado tiene la obligación de garantizar la vida y la salud del recluso. De la misma forma justificó las medidas de seguridad por el riesgo de fuga y para evitar que se filtren imágenes que permitan al recluso llamar aún más la atención.

El resto de pacientes de la tercera planta del Hospital discrepan de las medidas tomadas, en los corrillos frente a los ascensores pacientes y celadores criticaba los privilegios que habían dado al terrorista. «Tiene una habitación para él sólo y nadie le molesta, igualito que el resto, que tenemos que compartirla con dos o tres camas», comentaba un celador con algunos pacientes inquietos. La seguridad es lo que más temen algunos aunque la mayoría se indigna al pensar que «Al final, los malos tienen más privilegios que el resto», comentaba uno de los pacientes.