Cultura

La bailarina

«El tren eléctrico, de dos vagones, se acercó lentamente al camión y le pegó a la mitad, empujándolo despacio. El camión poseía una extraña elasticidad. Se curvó más y más, pero por el momento no se deshizo. Era un camión con largas bancas a ambos lados. Recuerdo que por un instante mis rodillas tocaron las de la persona sentada junto a mí; yo estaba junto a Frida. Cuando el camión alcanzó su punto de máxima flexibilidad, reventaron miles de pedazos y el tranvía siguió adelante. Atropelló a mucha gente.

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Yo me quedé debajo del tren. Frida no. Sin embargo, una de las barras de hierro del camión, el pasamanos, se rompió y atravesó a Frida de un lado a otro a la altura de la pelvis. En cuanto fui capaz de levantarme, salí de debajo del tren. No sufrí lesión alguna, sólo contusiones. Naturalmente, lo primero que hice fue buscar a Frida.

Algo extraño pasó. Frida estaba completamente desnuda. El choque desató su ropa. Alguien del camión, probablemente un pintor, llevaba un paquete de oro en polvo que se rompió, cubriendo el cuerpo ensangrentado de Frida. En cuanto la vio la gente, gritó: «La bailarina, la bailarina». Por el oro sobre su cuerpo rojo y sangriento, pensaban que era una bailarina» (Testimonio de Alejandro Gómez Arias, relatado a Hayden Herrera).