CAMPOSANTO. El cementerio de Nuestra Señora de la Merced registró una afluencia masiva. / TAMARA SÁNCHEZ
Todos los santos

Vivos en el recuerdo

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El viento fue el protagonista de una jornada que se repite todos los años: la Festividad de Todos los Santos, el día en el que los vivos recuerdan más que nunca a los que se fueron. El cementerio de Nuestra Señora de la Merced presenta este día un ambiente agridulce, un cierto aire festivo que contrasta con la solemnidad habitual que preside el camposanto. Los colores vivos y la ropa de gala sustituyen al luto tradicional; las sonrisas y juegos de niños acompañan al rictus más serio de sus mayores; los puestos de flores están abarrotados; los colaboradores de Brote de Vida se prestan a cualquier labor que el usuario les encomiende, generalmente limpieza de nichos o colocación de flores...

A pesar del viento, que obligó a los operarios a tener que barrer y limpiar de nuevo el camposanto que habían estado preparando durante todo el día anterior, la mañana amaneció soleada y así siguió durante el resto de la jornada, lo que facilitó la masiva afluencia al camposanto. «Unas 3.000 personas en las horas punta pueden coincidir aquí», indicaba a este medio Eloy Rodríguez, operario del cementerio.

Como cada año en la Festividad de Todos los Santos, la oficina del responsable de estas instalaciones, que se encuentra justo a la entrada, está a rebosar de peticiones. Generalmente, gente que no se acuerda de en qué bloque está el nicho de su ser querido o que viene a denunciar que han desaparecido las flores que habían colocado. Por cierto que hablando de flores, protagonistas de este día, Eloy Rodríguez explica por qué los puestos han cambiado desde su ubicación tradicional al lado del cementerio musulmán a la parte de atrás de la parroquia: «Por respeto con los musulmanes, ya que ayer (el miércoles, para el lector), por ejemplo, tuvieron un entierro».

A pie de uno de estos puestos, Alejandro atiende a los clientes, que demandan margaritas y claveles, además de los típicos crisantemos para los difuntos. «Sale a unos cinco euros la docena de flores», afirma, precisando que «no es un precio caro si comparamos con otras localidades cercanas como Sevilla o El Puerto». A pesar de que los puestos de flores están a rebosar, Alejandro se lamenta de que el cambio de ubicación está restando bastante afluencia y, en consecuencia, se están registrando ventas bastante menores que el año pasado. Aunque no se pueda decir que el negocio de las flores en esta época esté de capa caída.

En una de las lápidas trabaja una cuadrilla de Brote de Vida, limpiando y pintando. Pepe Sierra, miembro de la asociación, explica que «nuestra labor es principalmente colocar flores y limpiar los nichos, pero también pintar y todo lo que se pueda hacer». Es consciente de que, «si no fuera por nosotros, mucha gente no vendría, ya que cuenta con nuestra labor». Se refiere especialmente al caso de personas mayores o incapacitadas para realizar este trabajo por sí mismas, «o simplemente que no se atreven a subir hasta el nicho».

Para ayudar a personas con problemas de movilidad a desplazarse por las instalaciones también están los vehículos eléctricos cedidos por el campo de golf de Montecastillo.

Pepe Sierra comenta por otra parte que ya hay tradiciones que se están perdiendo, y eso se va comprobando año tras año. Por ejemplo, la de colocar fotos, algo que las nuevas generaciones hacen cada vez menos.

Otros miembros de Brote de Vida están fuera, en los aparcamientos, ya que el Ayuntamiento les cede los terrenos durante estos días. Así pueden sacar unos ingresos para la asociación, teniendo en cuenta «que nosotros no recibimos ninguna subvención, ni municipal, ni del Estado, ni de ninguna Administración», asegura José Sánchez, colaborador de Brote de Vida.

A las dos de la tarde, la afluencia, que encontró su punto álgido a las doce del mediodía, comienza a decaer de manera significativa, hasta que por la tarde se acerquen otros muchos jerezanos, o gente de otras localidades que tienen en este cementerio descansando a sus seres queridos. Algunos siguen paseando y hay quien incluso se ha traído el bocadillo para alargar más la jornada, pero la mayoría aprovecha para irse a comer.

Colofón de un día en el que el recuerdo y el calor de los vivos están más presentes que nunca, para que quienes se fueron nunca caigan en el olvido.