Un vínculo fronterizo
Madrid y Rabat han vivido desencuentros frecuentes como el conflicto de Perejil, el Sahara Occidental y el terrorismo
Actualizado: GuardarUNA foto a todo color de los Príncipes de Asturias junto al príncipe Mulay Rachid, hermano de Mohamed VI, abría ayer la portada del diario 'Le Matin', órgano oficioso del palacio real alauí. La imagen, distendida y hasta divertida, no hacía presagiar la tormenta que vendría horas después con la agria reacción de Rabat a los planes de los Reyes de visitar Ceuta y Melilla la semana que viene.
Las fotos son a menudo más fáciles de mantener en la memoria que las imágenes en movimiento. ¿Cuál es el recuerdo que se guarda de la muerte y el entierro del rey Hasán II en 1999? La de Don Juan Carlos en Rabat llorando pañuelo en mano y desconsolado junto a Mohamed VI, que ocupa desde entonces el trono alauí. El Rey español no dudó en asistir a dar el último adiós a su «hermano» marroquí.
Pero aquella escena entrañable aunque fuera de dolor compartido, escenificando las estrechas relaciones de las dos familias reales, no se repitió sin embargo en la boda de su «sobrino». Las aguas estaban revueltas y el Estrecho de Gibraltar era más un foso que un canal de comunicación cuando el 12 de julio de 2002 Mohamed VI celebró su unión con la princesa Lala Salma. No habían pasado ni tres años desde el entierro de Hasán II y nadie de la Familia Real española iba a estar presente y mucho menos después de la guinda elegida por el soberano marroquí para el pastel la víspera del enlace: la ocupación del islote Perejil. Aquel incidente se produjo cuando muchos pensaban que ya se había tocado fondo y que las relaciones no podía ir a peor.
Una etapa tensa
¿Quién guarda recuerdos de la boda de Mohamed VI con las extensas muestras de fotoperiodismo que desde Perejil llegaron a los periódicos de todo el mundo? Más que la foto del soberano y su esposa alzados en parihuelas como manda la tradición local, lo que guardan muchas mentes es a las Fuerzas Auxiliares marroquíes y la recuperación del status quo del islote por parte del Ejército español.
Marruecos, y muchos españoles, recuerdan las dos legislaturas de José María Aznar como una etapa negra en las relaciones entre los dos países, a pesar de la visita oficial de Mohamed VI en septiembre de 2000. El deshielo en las relaciones llevó a celebrar una Reunión de Alto Nivel (RAN) en Marraquech en diciembre de 2003, en la que el monarca alauí recibió a Aznar.
La llegada de los socialistas al poder en 2004 supuso un giro absoluto de timón y Rabat pasó a ser objetivo prioritario de las relaciones exteriores. A pesar de todo, los tradicionales problemas como la pesca, el Sahara Occidental y, sobre todo, la emigración clandestina y el terrorismo, siguen presentes. Es cierto que la comunicación con Rabat es más fluida, pero muchos se preguntan si es todo lo fructífera que asegura el Gobierno. ¿Vendría el secretario de Estado norteamericano a sacar las castañas del fuego a Zapatero como hizo Colin Powell en pleno 'perejilazo'? La respuesta de la actual diplomacia es que un incidente como ese no está en la agenda.
El Ejecutivo socialista está tan volcado en Marruecos que apenas hay resquicio para la crítica. Desde las organizaciones de derechos humanos del reino alauí se vio incluso con sorpresa que el reparto de condecoraciones llegara hasta autoridades sobre las que los propios marroquíes no dudan en relacionar con los abusos cometidos en los «años de plomo».
Movimientos pendulares
En lo que a casas reales respecta, el viaje de los Reyes que no fue posible durante muchos años se produjo en enero de 2005 cuando Don Juan Carlos y Doña Sofía estuvieron tres días de visita oficial en Marraquech, Rabat y Tánger. Sólo un mes después, la Reina ponía en marcha varios proyectos de cooperación en Tetuán.
La Historia parece condenar a España y Marruecos a una serie de movimientos pendulares en sus relaciones, que jalonan los interminables encuentros y desencuentros bilaterales. Y el viaje del Monarca y la Reina a Ceuta y Melilla puede ser otro de los innumerables tropiezos. «Eso forma parte del guión», aseguraba ayer un diplomático español refiriéndose a que no hay que extrañarse porque Mohamed VI haya ordenado sacar el látigo a su Gobierno.