RECUERDOS. Tan sólo quedan de aquellas memorables tardes los azulejos de los toros
Jerez

Un concurso añorado

La famosa Corrida Concurso de Ganaderías que se celebraba por estas fechas todavía es recordada por muchos aficionados de Jerez

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Según cuentan los aficionados más nostálgicos, aquellas sí que eran tardes de toros en Jerez. Era la tarde en la que el toro se hacía protagonista fundamental de la fiesta y de la plaza. Al menos un día al año, el toro copaba la atención de todos, hasta de los matadores, que doblegaban el posible lucimiento en pos de las condiciones de bravura de un animal dispuesto a embestir hasta el final.

Una vez pasado septiembre, los aficionados miran hacia el pasado y recuerdan el espectáculo que, cada año, era la Corrida Concurso de Ganaderías. Una innovación que trajeron a la fiesta dos taurinos de la categoría de Álvaro Domecq y Pepe Belmonte. Fue en el año 1955, y, según recuerdan los reglamentos de la época, «se regulaba el posible perdón de la vida del toro a petición del ganadero, pero de acuerdo con el veredicto popular».

Gonzalo Vilches es un aficionado de los de antes que se acerca muchas tardes a los azulejos que todavía andan vivos en la fachada principal de la plaza de toros, recordando a toros como Desteñido, indultado en la primera edición del Concurso; Corcito, de Guardiola; Fusilero, de Osborne, Velador, de Pablo Romero; o el famoso Cubanosito, de Antonio Ordóñez, que también fue indultado. «Pero aquellos indultos no eran como los de ahora, que a cualquier toro que s entregue un poco ya se le premia con el perdón. Aquellos sí que eran bravos de verdad. Se arrancaban cuatro veces al caballo, galopaban en banderillas y todavía les quedaba motor para comerse la muleta», subraya Gonzalo. Y sentencia que «es una pena que se acabara todo aquello, con lo grande que era la Corrida Concurso, Dios mío·.

Hace dos años hubo un interesante intento con el proyecto Es la mano del hombre, donde se quería hacer divulgación auténtica de la fiesta y un tributo a la tradición del Concurso y al toro bravo. Sin embargo, aquello quedó en un sueño irrealizado.

Gonzalo mira por encima de su gorrilla campera y comenta que «sería una bonita idea recupera el Concurso de Ganaderías. Ya sabemos que al final a nadie le convenía esa corrida porque estorbaba. A los toreros porque les robaba protagonismo, a los ganaderos porque vendían el toro a otra plaza y al empresario porque no le cuadraban los números al final. Lo de siempre, todos la mataron y ella solita se murió», concluye Gonzalo.