
Una foto de Bansky
El misterioso artista rebelde del grafiti es fotografiado en Londres 'in fraganti' mientras sus obras se venden en galerías
Actualizado: GuardarBansky, un artista británico tan popular como desconocido, ha sido fotografiado cuando pintaba en el este de Londres uno de sus grafitis. La obra contiene varios elementos típicos de su trabajo. Aprovecha el paisaje urbano, las dobles líneas amarillas que prohíben aparcar, para trazar sus motivos, la silueta de una flor; y lo combina con una figura humana que denota algún aspecto chocante de la vida contemporánea; en este caso no se puede decir si es un autorretrato del artista recién sentado o un empleado municipal de la limpieza mirando al artista ya huido, con la desolación de quien tiene que recoger los restos de la juerga de otros.
El Daily Mail publicó ayer la fotografía del hombre que lo pintó. Está en cuclillas, entre brochas y sprays, y con una mascarilla para protegerse del vapor tóxico de la pintura. Los padres de Bansky se sentirán tranquilizados de que su hijo, a quien la Policía quiere detener, se preocupe por su salud.
De incógnito
No es, aunque el Daily Mail lo proclame, la primera foto de Bansky. Cuando intentó colgar sus obras sin permiso en la Tate Gallery o en museos de Nueva York, las cámaras de seguridad le filmaron, aunque ocultaba su rostro con sombreros, bufandas o pelucas que le hacían irreconocible.
Esta vez sus vecinos podrán confirmar si se trata de Robert Banks, un hombre de Bristol, de algo más de 30 años. Aunque la Policía tiene varias órdenes de arresto, no parece que haya dado prioridad a la detención. Tiene una página en internet, sus cuadros son comprados por cientos de miles de euros en galerías comerciales y un agente actúa de portavoz asegurando a quien quiera creerle que nunca tuvo contacto directo con Banksy. Encontrarle no parece la pesquisa más enrevesada de la historia.
Su obra es quizás lo mejor que ha salido de la gamberrada del grafiti. Luego, ha desarrollado un arte de intervención -el más gracioso logro fue colgar en el British Museum durante varios días un resto arqueológico con un hombre primitivo arrastrando un carrito de supermercado- y obra comercial, en la que lo más destacado es su manipulación de cuadros famosos de Hopper o de Monet, a los que añade alguna estampa de la desazón contemporánea. Es un buen dibujante y tiene una imaginación incisiva, humorística y a menudo, tierna.
En algunas ocasiones sus obras han sido celebradas por los propietarios de los muros que ha pintado; en otras, los ayuntamientos maldicen el gasto de limpieza que conlleva. El mensaje y la gratuidad de sus obras callejeras han hecho de él un famoso rebelde, aunque ya es artista de galería comercial. Lo que queda ahora pendiente de esta historia es una detención, un juicio, la proclamación de su manifesto por el artista sentado en el banquillo.