VARIEDAD. Cementerio de San Fernando. / R. T.
Ciudadanos

Epitafios para todos los gustos

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ara poner una lápida en la vida, aunque estaría mejor decir en la muerte, y si se tiene en cuenta que el lenguaje y el ser son sinónimos para muchos, lo mejor es contar con un buen epitafio para poder alcanzar la inmortalidad. No obstante, y lejos de los últimos adelantos tecnológicos por los que se han llegado a comercializar lápidas digitales que permiten ver imágenes y videos del fallecido, los cementerios como el de San Fernando se decantan por lo tradicional, dejando a un lado grandes mausoleos -a excepción del dedicado al cantaor Camarón de La Isla- o frases como la de «Jesús mío, misericordia», de Al Capone, o la de Goethe, que pedía «Luz, más luz». Así, reinan las lápidas en que los familiares de los fallecidos dejan constancia de que nunca los olvidarán, e incluso las llega a haber tan simples que tan solo dan el nombre, sin apellidos, del fallecido, aunque con éstas se conjugan las de las víctimas de la Guerra Civil en las que rezan frases como la de un camisa vieja, muerto un 17 de junio de 1937, en la que se llega a exclamar: «¿Presente!».