PELIGRO. Las obras de remodelación de la avenida Segunda Aguada reducen el espacio en la carretera generando mayor inseguridad en los peatones. / ANTONIO VÁZQUEZ
CÁDIZ

Los vecinos de Segunda Aguada amenazan con cortar la avenida por la inseguridad del tráfico

Dos atropellos en siete días han creado «un clima de pánico entre los residentes», pues «los camiones pasan sin respetar las señales», según el presidente de Rafael Alberti Solicitan vigilancia policial y radares en la zona

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Durante la última semana, dos peatones han sido atropellados en las inmediaciones de la avenida Segunda Aguada en sendos accidentes de tráfico. Un hecho que ha hecho saltar las alarmas en la zona y aumentado «la sensación de inseguridad» que sienten los residentes y comerciantes, según reconoce el presidente de la Asociación de Vecinos Poeta Rafael Alberti, Gustavo Rosales de Alba. «Existe mucha inquietud y la inseguridad se ha visto incrementada con las obras de remodelación porque los camiones, obligados por las vallas que delimitan el área de trabajo de las máquinas, pasan muy próximos a las aceras tanto que en muchos casos, como en la Curva algunas señales de tráfico están dobladas del constante roce. Sin ir más lejos el otro día un trailer se llevó por delante uno de los contenedores a la altura de la cafetería Rial», aclara Rosales, quien en busca de una rápida solución, ayer mismo hizo llegar al concejal de Tráfico del Ayuntamiento gaditano una carta solicitándole audiencia. «La solución pasa por poner vigilancia policial constante en San Severiano, Segunda Aguada y Lacave, puesto que las señales de tráfico que delimitan la velocidad (40 km/h) no son respetadas por los conductores. Esto lo llevamos pidiendo desde el 14 de julio de 2006», señala.

Asimismo, Rosales advierte que los nervios están tan a flor de piel que «empieza a cundir el pánico entre los vecinos, y ya se han producido escenas de enfrentamientos entre los peatones y los camioneros». Y agrega: «Éste es un barrio sin ley en materia de tráfico, los camioneros son los que imponen su ley».

Los residentes de Segunda Aguada, San Severiano y Lacave están «tan desesperados por estar en peligro sus vidas que de no ser escuchados están dispuestos a manifestarse y cortar el tráfico», según reveló ayer a este medio el titular de la entidad vecinal.

En la frutería Hermanos Juan y José, Begoña García, la propietaria, confiesa que está cansada de vivir la misma situación desde hace 30 años. «Cada vez hay más camiones, más viviendas y más personas con lo cual las probabilidades de que se produzca un accidente van en aumento», dice. Begoña no puede borrar de su retina la muerte de un joven motorista al ser arrollado por un trailer frente a su establecimiento hace un año. «Se lo llevó por delante cuando estaba bajando del ciclomotor donde están esos contenedores», señala. Y agrega: «Desde entonces cada frenazo que se escucha salimos a la calle pensando lo peor. Esta calle es muy angosta y un pequeño despiste cuesta la vida», dice.

Los mismos operarios de las obras de remodelación de la avenida confiesan estar sorprendidos por el ruido que soportan los vecinos. «Llevo unos días trabajando aquí y esto es horroroso, termino la jornada con la cabeza como un bombo, no sé cómo pueden soportar los vecinos tantos decibelios», comenta Pedro José.

Saber cruzar

Felipe Cañas, otro ciudadano, reconoce que se trata de «una zona de tráfico bastante conflictiva que se ha visto perjudicada por las obras», pero que también «los peatones acostumbran a cruzar por cualquier sitio incrementándose los riesgos de atropello».

Una opinión que también es corroborada por Andrés Trujillano, el lotero de la esquina. «La falta de seguridad del peatón se debe a dos factores. El gran volumen de tráfico que tiene la zona y que la gente cruza por donde no debe por ahorrarse unos metros de caminata», asevera.

Hace año y medio otra anciana fue atropellada por un camión en San Severiano. Debido al accidente, la mujer sufrió la amputación de una de sus extremidades inferiores. «Son muchos casos los que estamos acostumbrados a presenciar, sin que nadie haga nada. Esto es horroroso, pero no sólo por los camiones, pues las motos transitan por las aceras y no respetan ningún semáforo», señala Antonia la dueña de la mercería.

jmvillasante@lavozdigital.es